RETRATO DE FAMILIA.-

Antonio Fernández López

 

 

     Me llamo Antonio apenas,

y triste de apellido; quizá vulgar, incluso.

Soy natural de aquí y vivo de milagro.

Me sustenta la tierra, es inútil decirlo, pero aclaro

que me compongo de agua sobre todo.

 

     Ya murió el bisabuelo cucaracha

y no pude llorarle como se merecía

porque andaba, mientras tanto, gozando eternidades.

Mucho tiempo después, he conocido

los parientes lagartos, las encinas,

algunas amapolas, peladas cumbres altas

y todos me han contado largamente

sus célebres hazañas: nocturnas caminatas,

refugios, comilonas, intrépidas huídas...

 

     Después nació la higuera, prima hermana,

coincidió con el surco y, desde entonces,

hasta la lluvia mansa me mira de otro modo,

como si se tratara de mi madre.

Debo tener los ojos de semilla

o el tronco retorcido

o la misma nariz como un tomate.

De otro modo no se explica que confunda,

por ejemplo, la lágrima más simple

que brota en un momento de descuido

con parte de su carne torrentera,

fluyente, bardomera, desbordable.

 

     Actualmente procuro ser discreto

para no cunfundir miedo con aire

ni reja con latido, ni punto con planeta.

- ¡Como el canto es tan grande

la propia fuerza del rumor quisiera

cubrirlo todo con sus propias manos! -.

Con lo cual, ¿hasta dónde llegaría

la ciencia de soñar?. ¡Pues no se sabe!.

 

 

¡Para evitar la mezcla inconveniente

mejor será que en este punto calle!.

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Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Son genialidades tus primorosas estrofas, estimado amigo y poeta Antonio Fernandez, cuando riman tus bellas palabras entre la naturaleza y la vida misma por tu gran esperiencia de enseñante didactico.
    Saludos y amistad



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