Contarte entonces haré:
Aquello que martiria el alma,
y a la gris transeúnte,
a menos hasta donde yo sé.
Muerte, dolor, espacio.
Así, lo indomable, es
aquello que no controlamos,
doblega al espíritu taciturno,
compungido en un mar de espínas.
Eso, lo que me aqueja,
a tí y a mí y a todos:
no el infinito, no el retorno eterno,
sino lo que se va de nuestras
manos de fino líquido y tinta,
hojas y hojas en vano.
Tiempo, lenguaje, amor.
Mis cejas quedaron bajas.
¿Hacia dónde las dirigo
ahora que soy inútil?
El agua agujerea, frío eterno.
No hay nada que fragmentar,
todo es un caos. Se adelantaron,
tal vez en el Olímpo, o quién sabe.
Solo siento frío.
- Autor: frappee ( Offline)
- Publicado: 18 de enero de 2013 a las 07:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 45
- Usuarios favoritos de este poema: andres fernandez ruiz
Comentarios1
un frío que no
se quita tan fácil
cala en lo mas
profundo del alma
una muy buena
respuesta, me gustó
buen día.
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