Asomo por mi puerta oscurecida,
cielo nublado, con las nubes grises,
ráfaga del torbellino, ya me alcanza,
el tiempo acumulado, es lo que siento.
Penacho, como nido, de la papaya,
sus frutos verdes, pintan de naranja,
como el caminar suntuoso de mujer,
su tallo admiro, fluyendo con el viento.
La vida, con días de sol brillante,
calor, según altura o latitud,
otras veces, nubes cubren el cielo,
entonces cambia el estado de ánimo.
Paso por el filo de la navaja,
una mirada, convertida en cielo,
la otra ojeada, que se vuelve abismo,
tembloroso, se camina el sendero.
Dan ganas de comerse un chocolate,
el frasco tiene algunos, todavía,
la mano alcanza, lo lleva a la boca,
amargo dulce, un sabor placentero.
He comido, me han comido, ese manjar,
disfrute y no, esa experiencia personal,
queda tan grabado, como huella, el sabor.
¿Senda andada, de nuevo se puede andar?
Vivo momentos de obsesiva idea,
me estrujo yo mismo ¿Por qué no se puede?
De mi viaje, recuerdo bien la estación.
¿Por qué no quedo más tiempo contigo?
Todavía, he buscado un descendiente,
con la esperanza de sólo platicar,
de ti, época de dicha y primavera.
¿Qué enseñanza, para estación que falta?
Vive el momento, con sol o con luna,
¡Date a la vida, que la tienes dentro!
Llega un sentimiento de tranquilidad.
Si, sólo cuento con este parpadeo.
EL POETA DEL AMOR. 10-02-13.
CABO SAN LUCAS, BCS. MÉXICO.
- Autor: arturo maldonador ( Offline)
- Publicado: 11 de febrero de 2013 a las 00:14
- Comentario del autor sobre el poema: Cuando se acepta la vida, dice El Maestro, se acaba el sufrimiento. Y se vive cada momento, como el único. Si no es así, no hay tranquilidad, se va la paz y viene lo de hoy en día en nuestra sociedad. La compulsión de vivir, sin saber vivir.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 26
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