Pórtico de Melpómene, de Arturo Capdevila . Interpreta: Hugo Emilio Ocanto

Hugo Emilio Ocanto

Melpómene, la musa de la tragedia viene...

--¡Oh! y esta noche el viento no sé qué ritmo tiene,

solemne, doloroso. No sé qué notas huecas,

bajo el marchito bosque,sobre las hojas secas,

junto a las muertas aguas...

--Melpómene, ¿ qué es esto?

Hoy tienes más que nunca, desencajado el gesto,

frías las manos, frías como de mármol, ¡frías

como de muerta!Cuenta qué ha sido de tus días;

cuenta por qué escondidas cavilaciones viejas

te ahondan las miradas el arco de las cejas.

Tiemblan tus senos. Cuenta por qué tiemblan tus

senos,

y aduérmeme sobre ellos, como a los niños buenos...

Estás terrible. Vierten tus pestañas severas

un tinte de violetas de invierno en tus ojeras,

y como rosas manto de oro, tus mejillas

se alargan ovaladas, fragantes y amarillas...

Tus ojos se me antojan más negros que otras veces,

la solitaria esfinge de un páramo pareces.

¿Qué tienen tus pupilas? Hoy noto que están ellas

muchísimo más tristes que todas las estrellas.

Melpómene: me acuerdo de aquella cacería...

el bosque a medianoche, y la mujer que huía...

yo en pos, con ambos brazos hambrientos,

extendidos

allá por los más agrios senderos escondidos,

y ella delante siempre, jadeando de congojas,

mientras su fuga hacía crujir las muertas hojas.

¿Recuerdas? a la lumbre lunar, apenas era

como un fantasma aquella mujer de mi quimera,

que yo amaba y odiaba desesperadamente.

Después, junto a la imagen sonora de una fuente,

cayó,... ¡caíste! ¡puesto que eras tú misma! estabas

pálida como ahora...caíste vencida, agonizante...

y yo rodé por tierra, desmelenado, hipante,

y comencé a besarte, y comencé a morderte,

como quien va a matarte por fin...¡ o a poseerte!...

Después fuiste mi sombra de mala agorería...

un lamento que pasa... una traición que espía...,

un poco de crespones y de ceniza; un poco

de  miedo, de vergüenza, de pensamiento loco...

vientre preñado... boca de antojo y de lascivia...,

beso que no se cumple... rencor que no se entibia...,

visión de desvarío, de infamia y de pecado...

¡antes de que te toque, ya sé que me has manchado!

Un eco en una tumba: eso es lo que tú eres.

¡Pero por eso mismo, de par en par abiertas,

están para tu paso mis consagradas puertas,

y en toda noche infame, con un amor mendigo,

en tálamos monstruosos te acostarás conmigo!

Es raro tu destino, trágica musa. Pero...

Zeus lo manda. Zeus ha dicho: así lo quiero.

Son para ti las aras en que doblega el toro

los coronados cuernos mientras salmodia el coro.

Es tuya aquella estatua que con un signo hace

guardar silencio ante esa tumba en la que un hombre

yace.

Es tuyo, en el propíleo, cada agrietado plinto,

tuyas las sepulcrales calles del laberinto.

Es tuya esa ondulante víbora que discurre

por tanto sacro mármol donde a dormir se escurre.

Es tuyo el eco vano: tuya la piedra rota,

tuyo el intercolumnio del templo derruído,

en medio de este inmenso silencio del olvido.;

tuyo el carcaj que brilla con lámina siniestra,

tuyo el ensangrentado puñal de Clitemnestra,

tuya la eterna Roma que se enrojece y arde,

tuya Pompeya, a solas con el sol de la tarde...

tuya la noche, tuya la sombra, hebra por hebra,

la urna que se rompe, la losa que se quiebra,

tuyo el sit, tivi, y el requiscat in pace,

y tuya cada cosa que en polvo se deshace.

Eres sacerdotisa de todos los que gimen:

esfinge del misterio y oráculo del crimen.

Pero sin la tragedia, sin la llaga y la herida,

sería algún suceso muy mísero la vida.

Se ha menester el puño chispado de amargura,

y el hacha que destroza de un golpe la armadura.

Ha menester la tierra, de la sentencia inscripta

con sangre sobre el mármol funeral de una cripta.

Los campos se avergüenzan de la vitales mieses:

¡ellos quisieran bosques profundos de cipreses!

¡Yo te declaro eterna, Melpómene enemiga,

Melpómene traidora, Melpómene mendiga!

Cae en mis brazos, musa, sobre mis brazos cae...

tu llanto me refresca: tu infamia me distrae...

Ayer, cuando tornaba del camposanto, ¡oh musa!,

con la cabeza baja, con la razón confusa,

y con los ojos llenos de lágrimas estaba

junto a mi umbral la Muerte.

Me dijo: - Te esperaba.

Se deslizó conmigo  por zaguán obscuro,

palpando como una ebria los zócalos del muro.

Cogióme de la mano. Me estremecí de frío.

Abrimos las dos puertas de un gran salón vacío.

--No, no es aquí, sigamos...

Seguimos poco a poco,

abriendo puertas, puertas...

¡Y no era allí tampoco!

Atravesamos juntos el patio. Anduvo...anduvo...

iba... tornaba..., iba, tornaba... se detuvo.

Era la alcoba en donde mi madre balbucía

las tristes oraciones de la viudez sombría.

Entre sus manos nobles brillaba el crucifijo.

La Muerte, en una mueca letal:

--Aquí es, me dijo...

--¡No! ¡No entres!.. clamaba mi súplica --. ¡No entres!

¡Ciega te vuelva el cielo para que no la

encuentres!

Pero ella entró, y ahora yo ya no tengo madre...

Deja que llore, deja correr mi amargo lloro.

Unos tenemos llanto, como otros tienen oro...

Ayer, cuando mi madre finó su trayectoria,

cantaban las campanas del sábado de gloria .

Ayer, cuando mi padre se ahogaba en su agonía,

cascabaleaba el mundo y el carnaval reía.

Hoy, cuando añoro su amor y los bendigo,

profano mis recuerdos al trasnochar contigo.

Deja que llore, deja correr mi amargo lloro.

Unos tenemos llanto, como otros tienen oro.

Pero lo mismo es todo. Reír..., llorar...¡lo mismo!

Somos un río negro rodando hacia un abismo.

La diferencia es pobre. La diferencia es leve.

Una onda lleva espuma y otra onda lleva nieve.

Ved la verdad.

Yo mismo tuve una edad florida;

desparramé las horas, desperdicié mi vida.

Fui llama, y al ser llama, fui crédulo y fui ciego

porque ignoré que el humo es la vejez del fuego.

¿no adviertes mi humareda? me quemo y me consumo.

¡que nunca sea fuego quien tiemble de ser humo!

Y ahora musa, canta lo que los dos sufrimos...

alza tu voz sincera con que a sentir coadyuvas.

Las vides de mis versos se cargan de racimos:

¡que sople un viento fuerte que haga caer las uvas!



  • Autor: hugo emilio ocanto (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de febrero de 2013 a las 01:43
  • Comentario del autor sobre el poema: Poema de Arturo Capdevila: (Córdoba) 1889 Buenos Aires 1967.Fue poeta, dramaturgo, narrador, ensayista, abogado, juez, profesor de filosofía y sociología e historiador argentino. Mi interpretación, ha sido extraída de un CD personal, en el cual tengo grabados varios poemas de autores. Realizado (grabado hace unos años), el cual se lo presento a ustedes, amigos. Tema musical: Réquiem. Autor: W.A. Mozart. Espero les agrade. L@s amo.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 33
  • Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto, grabra, El Hombre de la Rosa, claudia07
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Comentarios +

Comentarios6

  • grabra

    ¡Exquisita y comprometida declamación querido amigo!. . .Preciosa
    elección de poema,al igual que el tema musical.Mis felicitaciones Hugo,junto a mi saludo y amistad.

    • Hugo Emilio Ocanto

      Te agradezco mucho tu comentario Grabra. Pases buen domingo. Mi saludo y amistad, amiga: Hugo

    • lindaestrella

      Excelente! Es una delicia de escrito, saluditos!

      • Hugo Emilio Ocanto

        Comentario que mucho agradezco, amiga. Saludos, poeta. Pases buen domingo: Hugo

      • El Hombre de la Rosa

        Genial declamación y hermoso poema amigo Hugo
        Saludos de amistad

        • Hugo Emilio Ocanto

          Infinitamente agradecido poeta que hayas estado en este tema. Buen domingo. Saludos de amistad y aprecio: Hugo

        • la negra rodriguez

          fELICITACIONS HUGO MUCHO DRAMATISMO YLO CONDUCES PERTFECTAMENTE.
          BESOS.

          • Hugo Emilio Ocanto

            Son las palabras de Capdevila. Sentí expresarme así, porque el tema en sí, es maravilloso, y atrapó mi alma. Gracias Silvi. Besos: Hugo

          • claudia07

            excelente le quedo amigo ,abrazos

            • Hugo Emilio Ocanto

              ¿Le quedó? Hummm... Tutéame Claudia. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo: Hugo

              • claudia07

                disculpa a veces se me olvida lo del tutear , abrazos

              • VENDAVAL DE ILUSIÓN

                Es emocionante el poema en su voz amigo.
                Un abrazo.

                • Hugo Emilio Ocanto

                  Muchas gracias poeta. Su comentario me satisface, y me alegra que así sea. Un abrazo: Hugo

                  • VENDAVAL DE ILUSIÓN

                    Ud se lo merece.



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