Hoy planté una pequeña semilla en mi jardín
que con el tiempo será un hermoso rosal
grande, lleno de vida junto a mí
que cuidaré con interés especial.
Será mi única planta, será perfecta
nunca le faltara agua o espacio
cuidaré como a mi casa su tierra
y tendrá lugar como en un palacio.
Salió la minúscula primera rosa
y creo que me ha enamorado,
pequeña, como si sonriera, melosa
me enamoré de una pequeña flor y eso es extraño.
Siguió mi rosal, nacierón más con el tiempo
y sentía como si algo dentro de mi se llenará poco a poco
ella platicaban allegres y yo escuchaba atento,
oia hablar a mis rosas, yo no estaba loco.
La vida siempre siguió afuera de mi mundo
las nubes corrian en el cielo descubierto
diario nacía alguien y terminaba un moribundo
yo vivía con mis rosas y la gente con su destino incierto.
Vino un dia terrible, cuando todo era felicidad
debia despedir a mi madre para no volverle a ver,
a mi anciana adorada, mi único suspirar
ya se iba, la última humana compañía de mi ser.
Siempre, entre todas, hubo una rosa muy meditante,
muy bella, asi era exactamente madre,
le pedí a mi amiga a mi anciana acompañase,
y contesto un si con una mirada de felicidad que arde.
Al descender mi madre, tras ella fue mi amada rosa
lloré al ver a dos amores marcharse al mismo tiempo
siempre extraño de ambas su mirada amorosa
su fragil y tierna naturaleza, su bello aire ante el mundo.
Las rosas no extrañaban a su compañera,
dijeron que ella termino como debía y más anhelaba
y cada una lo haría como lo hizo ella
como había sido dicho y deseaban.
Otra, por alguna razón se fue secando,
otra creció tanto que cayo al suelo y murió
asi todas fueron terminando
y cada partida con el tiempo se sustituyó.
Pero mi primer botón, nunca terminaba,
toda rosa a su alrededor era nueva,
fue la primera y la única de aquellas que quedaba
y siempre me decía "no es tiempo aun de que muera".
Un día conocí a una mujer más linda que las rosas,
"gabi" el mundo llamaba a esa mujer
no perdí la más pequeña oportunidad de conocerla
era simpatica, simple, bellisima, de nuevo me enamoré.
Pasaban los dias y más me enamoraba
y más bella, con las horas, mi rosa se volvía,
volví de estar con gabi, y mi rosa me dijo tan alegrada
"¡soy tu regalo!" y supe que era lo único que a mi amada merecía.
Solo hice que mi mano, frente a frente, se la diera
de mi pequeña floresita este era su destino,
mi amada sonrió como si nunca ubiera visto rosa que viviera
y yo fui tan feliz como nunca habia podido.
Despues comprendí todo perfectamente,
su manera, mi sentir, su delicadeza,
mi amada rosa tambien me amaba fervientemente
¡fui digno de ser amado por tan incomparable belleza!.
Ella sabía que pronto debía ya partir
y para su ausencia quizo dejarme con un nuevo amor
que supliera al nuestro en el porvenir
cumpliría su destino y amaría yo aun con ardor.
Las rosas nunca por completo se acabaron,
en mi vejez ya solo recuerdo esta historia
los ánimos impetuoso de juventud se me escaparon,
mas conservo el sentir pof mi amada y por mi rosa con euforia.
Ellas me enseñaron a extrañar y a vivir
a llevar tu destino como nadie sabe que está escrito
a nunca pasar un segundo sin sentir
a hacer la vida, a romper todo silencio con un grito.
- Autor: Joaquin Montreal (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 17 de febrero de 2013 a las 03:31
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 63
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