Imaginariamente, bien mío, sentí en mis labios, acariciados por los tuyos, el calor de lo sublime, la sensación exquisita del divino manjar prohibido por las convenciones sociales y la miel que durante milenios quise disfrutar y que tú, tan generosa siempre en galantería me obsequiaste para materializar mis deseos amatorios.
Y fue tan real, bien mío, que desde entonces recurro a la imaginación inconmensurable cual nuestro idealizado amor, cual el cielo que percibimos cercano, cual el sol radiante, cual la luna trémula que sucede al astro rey, cual el mar, fuente de inagotable poesía, y cual los peces y moluscos, en el disfrute de su libertad hasta ser atrapados por la red del pescador de altura o de orilla.
Ardo de amor.
¡Cuán distantes nuestras orillas!
Hotel Concorde, Buenos Aires, Argentina,17 de marzo de 2012.
- Autor: rodulfogonzalez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de febrero de 2013 a las 08:10
- Categoría: Amor
- Lecturas: 58
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