Voces
Un coro de arcángeles entonaban armonías de cristal
en el infinito resonaron clarines de sol,
una vez más llegaba la hora,
esa que anunciaron los profetas
tiempo de oro, el tiempo del
Eterno caminante de los caminos del infinito.
en su morral lleva los secretos de la sabiduría,
en su alma buena, las historias de miles de comienzos
y de pie, él, presenciaba una ves más
el secreto que comenzaba a trascender la conciencia
Ante sus ojos se formaban mundos,
las humanidades que los habitarían.
Las estrellas recorrían los espacios,
y él, eterno participante silencioso de esta transición,
cargaba en su corazón, toda la angustia, todo el dolor
todos los avatares de esos pequeños seres
que la eterna ley le confiaba
y que el amaría como solo lo hacen los dioses,
en su rostro la carga de sapiencia divina,
esa que le regalo la eternidad,
el,
presentía los caminos que tendría que recorrer
para alcanzar la suprema meta que se le habían confiado
y sencillamente desplegaba su corazón de simple mortal,
declarándose solo un hombre angustiado
que en búsqueda del amor,
recorre los mundos, las edades, los tiempos,
porque lleva signada su alma con la esperanza de que un día encontraría ese recipiente que colme su ser.
Una mujer, un amor.
- Autor: everness (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de marzo de 2013 a las 00:27
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 29
- Usuarios favoritos de este poema: Gama de Luz 89, caro be
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