Le pedía al Cielo
siempre las mismas cosas.
Pero, se me ponían viejas,
o perdían su valor,
como pétalos, la rosa.
Aprendí a ver, dolorosamente,
la verdadera fortuna.
Estaba mas allá
del plomo de la balanza
o la gloria que se suma.
El tesoro que buscaba
me llenaba la mochila.
Era la razón,
del peso, en el corazón,
de todos los que me querían.
- Autor: Luis Elissamburu ( Offline)
- Publicado: 7 de marzo de 2013 a las 19:35
- Categoría: Amistad
- Lecturas: 69
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