grismente mis voces cantan una endecha para amordazados. Imberbes en sus cunas de atroces maderos, que se dejan morir entre las manos tenues por no fingir, sus dedos alzados en v ante lo dispuesto desde hace tanto. Luego, el pájaro vestido de lluvias, desolado quién sabe por cuál de todos nuestros miedos, acaso distinga ese gemido solitario, como un lloverse sin plumas ni nada mejor para la ausencia.
Un rumor aguarda, cual lilas cayendo al vacío, perpendiculares, arrojadas desde altura criminal, por aviones sin matrícula ni dato visible conque ojos descreídos, telenovelados, ni pueden arriesgar números o algún símbolo determinante. El sol se parte en pequeños astros negros de misericordia. Hay un escenario, un escarnio, montado para esta no justicia, esta emulación siniestra. Entonces la noche se adueña del lugar de los hechos, asienta sus reales para que abdiquen las tribus mutiladas a fuerza de bendiciones con plomo, como mis palabras buscando asilo ante la iniquidad, y un cerrarse las gargantas de aquellos que sin embargo, a pesar de tanto que ha corrido, aún cantan sobre los puentes.
- Autor: Albin Lainez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de marzo de 2013 a las 01:17
- Comentario del autor sobre el poema: el canto femenino elevándose sobre la oscuridad
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
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