Miraba de repente esas manos,
que escribían versos enamorados,
las veía temblar, como tiemblan los años.
Los poemas sucedían unos a otros.
Un poema era soneto, el otro era libre
como los míos, eran libres, sin medida.
Escribía con la esencia, como yo,
que exponía amando con la vida en el alma
Me miraba los ojos, su mirada caía.
En un abismo profundo caían sus ojos.
Mis ojos caían también pesadamente
como cae una piedra arrojada a un barranco
En plena noche, escribíamos,
el amor danzaba entre verso y verso.
Ella escribía sonetos y yo versos libres,
casi una locura de versos que ardían.
Sus manos arrugadas escribían y en silencio
danzaban los versos en la hoja amarilla.
Eran tibias rimas de amor tan profundo
que no había llanto que las contuviera.
Luego caímos en un sueño oscuro,
con una luz que entraba extraña, opaca.
Los dos volvimos a caer en el abismo,
pero esta vez no volvimos quedamos en un verso.
CARLOS A. BADARACCO
8/3/13
(DERECHOS RESERVADOS)
- Autor: CARLOS ALBERTO BADARACCO ( Offline)
- Publicado: 8 de marzo de 2013 a las 13:22
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 55
- Usuarios favoritos de este poema: Lidia, gerd, Alejandro O. de Leon Soto, Jose Monnin elpoeta, la negra rodriguez
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