Ella...

Ella…

Se vuelve velo replegado en la frescura del alba
destilando de sus labios estrellas de rocío.
Desentume las nervaduras de mi pecho,
girando cuerda a la danza de la savia,
desentrañando los latidos acobijados en lo umbrío,

Ella…

Alberga mi sonrisa en la gruta insondable del tiempo,
matiza el bosquejo inconcluso de la distancia,
martillo que quiebra los ejes del equilibrio metafísico,
hechizando mis sentidos en dulce cóctel de fragancias,
macerando mi destino en el firmamento de aeromancias.

Ella...

Se cuela como aire en el braceo de mis pestañas,
ahormando de letras y pigmentos mi calada mirada,
cribando mi atención de la espesa monotonía exacerbada,
llevándome al ensueño que propone su velada,
en la suavidad pletórica de mujer enamorada.

Ella...

Desagua en mi constelación las ánforas de poesía,
es la espuma de frescura para resolver las charadas
que brotan en la sementera de historias desandadas,
y así no perder las flechas que me llevan a sus brazos,
evitando que el tiempo la rapte en odiosa marejada...