GALLEGO MANUEL, AMIGO DE MI INFANCIA

Nicolas Ferreira Lamaita

Manuel llego a Montevideo como fogonero en un barco de carga, de nacionalidad

Español, Gallego. Mientras el barco hacia su descarga y carga en el puerto, bajo y se fue  a caminar por la ciudad, nunca había estado, además era su primer viaje, según me contó se embarco pensando llegar a Sur America y quedarse en algún país donde mas le gustase, su meta en realidad era Buenos Aires, pero le agrado Montevideo y se quedo. Venia de una Europa llena de conflictos, mucha miseria, recién terminada la segunda guerra mundial, según me contaba había peleado en la guerra civil Española, estaba cansado, contaba había pasado mucha hambre y miedo, por eso se embarco para alejarse de lo que el decía era el infierno.

¿Qué mística extraña ejercía sobre mí, aquel hombre? Sentía una gran admiración por el, era solitario, educado y bueno, muy introvertido pero conmigo era atento y charlatán.

Apareció un día por casa pidiendo trabajo, mi padre era constructor y en ese entonces en el terreno donde teníamos nuestra casa, a los fondos se estaba construyendo un par de apartamentos, mi padre lo tomo como peón y le dio un lugar donde vivir dentro de la obra. A los fondos del terreno, que también mi padre usaba como deposito de materiales, se habían colocado una cantidad de puntales de eucaliptos sobre lo que diríamos una cabreada, donde se apoyaban de un lado y de otro los palos, formando así

una especie de cono, en cuya oquedad me había hecho una casita de juegos que compartía con otros chicos del barrio que por lo general usábamos para descansar a su sombra luego de haber jugado al futbol. A Manuel le gusto el lugar y cuando estaba de descanso se sentaba bajo su sombra pensando vaya uno a saber que.

Me acercaba y me ponía a conversar con el, como todo niño sentía gran curiosidad  y lo acosaba con preguntas, que el amablemente respondía. Yo colaboraba en la construcción de los apartamentos, alcanzando ladrillos y mezcla a los oficiales, pero mientras trabajábamos no podíamos conversar, pues estando mi padre cerca no lo permitía, era muy estricto y serio e infundía mucho respeto, pero era muy bueno, “las hora de trabajo son para trabajar decía”, pero allá se aparecía con una botella de caña

y daba a cada obrero una copita, eso se debía a que estaban trabajando en una obra de su propiedad. Recuerdo un día que observaba a Manuel, me daba la impresión que hablaba solo, pase junto a el, me di cuenta que no hablaba solo, era que cantaba, cantaba bajito, una canción extraña que yo no entendía, la tonada era agradable y despertaba mi curiosidad. Esa tarde, después del trabajo,  después de mi madre haberme dado la merienda, fui donde Manuel y me senté junto a el, a la entrada de la casita de palos,

le pregunte que era lo que cantaba, mi miro y largo una fuerte risa, nunca lo había visto reír de esa manera, me sorprendí pues nunca lo había escuchado, ni siquiera creo visto sonreír, apenas una mueca, -así que me estabas escuchando, me dijo, - es  una “muñeira” de mi tierra, le pedí me la enseñara y me explicase lo que decía la letra, se volvió a reír, -me gustan las canciones Españolas, le dije, siempre escucho a “ANGELILLO”, (quien era un cantaor Flamenco muy famoso en aquella época). Me enseño varias “Muñeiras” que aun hoy que han pasado mas de sesenta años recuerdo y a veces las canto cuando estoy a solas: …Comare, miña comare eu gosto da sua pequena……

Así pasaban los días en que con Manuel junto a lo que yo llamaba mi casita de palos, teníamos largas conversaciones, por supuesto todo versaba en lo que yo preguntaba y el contestaba. Comenzó a despertar mi curiosidad, que siempre lo veía con un trozo de pan y a su lado un plato con no menos de seis duraznos Rey del Monte grandes hermosos, que es un durazno creado en mi país, pero lo que llevo en aumento mi curiosidad fue en reparar que no era casual ver a Manuel con su trozo de pan blanco y su plato de duraznos, sino que me di cuenta, que por la mañana, antes de comenzar la jornada laboral, el estaba comiendo pan y duraznos, a manera de desayuno. Yo almorzaba con mis padres, la jornada matinal era desde las siete de la mañana hasta la once y se reiniciaba a la una de la tarde hasta las cinco o diez y siete horas. Eran dos horas que los obreros tenían para almorzar y tomar un pequeño descanso. Un día en que termine de almorzar y mi padre permitió me levantase de la mesa, me fui con los obreros que estaban terminando su almuerzo, que en aquella época, era la infaltable tira de asado a la parrilla. ¡¡Sorpresa!!! Manuel, no comía asado como los demás obreros, si bien compartía con ellos, en su mano tenia su trozo de pan que había cortado de una enorme flauta y a su lado un plato con no menos de diez enormes duraznos Rey del Monte. Eso ya requería una investigación mas profunda y tenia que saber que merendaba y cual era su cena. ¡ Ya lo saben!!... pan y duraznos. Esa noche mientras cenábamos les conté a mis padres que Manuel solo comía pan y duraznos, mi padre dijo que tal vez era para ahorrar y enviar dinero a su familia en España. Me sentí extrañado, pues nunca hablaba de su familia, cosa que nunca quise preguntarle. Mi madre tomo un plato hondo, lo sirvió hasta el borde y me dijo, llévale a Manuel. Me fui con el plato del humeante guiso hasta la pieza de Manuel y le dije, esto le manda mi madre pues le conté que usted solo come pan y duraznos y aquí hay otras cosas que comer. ¿Por qué solo come pan y duraznos? Le pregunte, otra vez volvió a  reír, me miro y dijo, - hijo Mio, ¿no sabes cuanto tiempo hace que no como un pan blanco y una fruta? Pues mucho, mucho tiempo, déjame que me harte de comer esto y luego comeré otra cosa, dile a tu madre que muchas gracias y que lo comeré pues parece estar sabroso. Me quede un rato con el y mientras comía me contó que el pan que le daban en la guerra era hecho con la cáscara del trigo y que era duro como piedra y de una fruta, ni hablar.

Un día cuando comenzamos a trabajar, Manuel no estaba, me sentí preocupado y pregunte a los otros obreros si sabían de el, no supieron decirme, el único que me podía dar razón era mi padre, pero ese día había salido mas temprano para atender otros trabajos fuera de casa pues tenia otras obras en construcción. A la tardecita apareció Manuel, elegantemente vestido, de traje, le pregunte si estaba enfermo, si había ido al medico, no, me dijo – fui a sacarme la Cedula de Identidad, ahora voy a tener documento, dentro de unos días me la entregan. –Si recién hace un mes que esta en el país y ya tiene documentos, - unos paisanos me dijeron que se podía y fui.

Hoy recodando, pienso, que país generoso este pequeño Uruguay al que algunos lo llaman “Paisito” al que yo llamo “Pequeño Gran País” de brazos abiertos a todo aquel que venía en busca de una nueva vida. También yo emigre un día y supe de la tristeza y soledad del desarraigo de la tierra que nos vio nacer y viví la angustia de la indocumentación, Manuel, un mes en el País y ya tenía su Cedula de Identidad.

No recuerdo cuanto tiempo estuvo Manuel con nosotros, un día pidió a mi padre le arreglara su cuenta y se fue, nunca más supe de el. Mi padre siempre decía que era muy raro que un Gallego quisiera ser peón de albañil, que por lo general venían a trabajar en bares o en los ómnibuses. Nunca olvide a mi amigo el Gallego Manuel, cuando me hice mayor y subía al ómnibus o entraba en algún BAR tenia la esperanza de encontrarlo.

No se que abra sido de su vida, si tuvo suerte o no en esta tierra que lo cobijo, que le ofreció su pan y duraznos después de tanto tiempo y su Cedula de Identidad en tan poco.

Esto es un recuerdo de mi historia, en la que me veo sentado con mi amigo Manuel, el con su gran flauta de pan blanco y tierno, su plato de duraznos Rey del Monte, en la acogedora oquedad de mi casita de palos de eucaliptos, aprendiendo a cantar una MUÑEIRA

                               Nicolás Ferreira Lamaita.

  • Autor: Nicolas Ferreira (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 24 de marzo de 2013 a las 08:40
  • Comentario del autor sobre el poema: A VECES AFLORAN LOS RECUERDOS.
  • Categoría: Espiritual
  • Lecturas: 137
  • Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios5

  • Nicolas Ferreira Lamaita

    Ruby, gracias por tu comentario. Quienes tenemos la pasión de escribir no solo hacemos poemas, a veces la inspiración nos hace un esquive y quedamos a su espera, que vuelva a llamar a nuestra puerta, que sintamos su Toc..Toc..., pero tenemos para ir despuntando el vicio, nuestros recuerdos, que son muy validos, sobre todo para mi que friso los 79 años y estoy lleno de recuerdos. Cariñoso saludo.
    Mi mas profundo deseo es que a Manuel le fuera bién, pues era un buen hombre.

  • El Hombre de la Rosa

    Una hermosa y bella prosa literaria espiritual amigo y compañero de la poesía Nicolas Ferreira
    Saludos y amistad

  • Nicolas Ferreira Lamaita

    Manuel es y sera asta el fin de mis dias uno de mis mas invalorables recuerdos, el trajo a mi vida de niño, que nada le faltaba el conocimiento de que en esta vida no es todo color de rosa. Gracias por tu comentario y como tu bien dices Saludos y amistad

  • ClaudiaAlheli

    Amigo Nicolás, de principio a fin, me cautivó esta estupenda historia-recuerdo, de su amigo Manuel.
    Bellamente escrita, describe un pasaje de la vida que por agradable, queda en el recurdo.
    Saludos, Dios lo bendiga.
    Claudia Alhelí Castillo

  • Nicolas Ferreira Lamaita


    Quienes tenemos la pasión de escribir no solo hacemos poemas, a veces la inspiración nos hace un esquive y quedamos a su espera, que vuelva a llamar a nuestra puerta, que sintamos su Toc..Toc..., pero tenemos para ir despuntando el vicio, nuestros recuerdos, que son muy validos, sobre todo para mi que en agosto cumplire 80 años y estoy lleno de recuerdos. Dios bendiga a ti y familia.Cariñoso saludo. desde Montevideo Uruguay.
    Nicolas Ferreira Lamaita




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.