Empezó el invierno con su blanco
dejé de mi el sentimiento
pensando que había muerto
me cubrí las cejas de quebranto.
Desperté entonces asustado
como un huracán violento
ardiendo en fiebre y muy lento
corría el dolor de mi campo.
Descubrí pues, que sonreía
dejando atrás mi triste cuento
le puse bálsamo al ungüento
que sanó el llanto de mi día.
Corrí desesperado por agua
buscando a tientas una tapara
que aliviara el seco de mi nuez.
Luego, sumergido como pez
abrí las puertas de mi sueño
del cual no fui tan dueño
como ese día en la fragua.
Bajó la fiebre y mis agobias
ya sereno sobre la vieja verja
fumando miedos que merman
en una bocanada azul mis fobias.
Temo vivir el ánimo enfermo
de padecer siempre el trastorno
dando balazos de cloroformo
a falta de vacuna y yelmo.
Y, que despertar en mis campos
sea sanar por volver a verte
y que si no se me da tenerte
para mi alma de madera
habrá siempre un martillo y dos clavos.
- Autor: Blas Roa (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de marzo de 2013 a las 19:21
- Categoría: Amor
- Lecturas: 56
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