Ahora mismo me recuerdo en una habitación grande y vacía, aunque es cierto que mis recuerdos se encuentran sin conexión. He dejado de pensar en la soledad y ya no tirito de frío. Me recuerdo a la hora de nuestros cuerpos, las danzas perfectas que solíamos bailar. Recuerdo esas horas de unión, donde nuestros sexos hablaban diáfanamente y cantaban con gemidos el deseo de uno por el otro.
También te recuerdo de otras formas y en otras comuniones. Tu recuerdo aparece en este cuarto oscuro, donde tu esencia permanece. Siempre lograste lo mejor de mí y mis recuerdos ahora te pertenecen. Me recuerdo en ese lugar donde solíamos encontrarnos a conversar, un lugar amplio, con ventanas de madera. Puede que incluso recuerde el aroma del jardín aquél que sembraste un verano. Te gustan las rosas y, en mis recuerdos, también las rojas. A veces te levantas y abres la ventana sólo para mostrarme el día claro. Tomas mi mano y decides salir, siempre necesitas dar un paseo. De esos que nos toman por sorpresa y cae la noche y, para abrigarnos del frío, sólo nos tenemos los dos.
Ahora mismo recuerdo las horas de tu ausencia y el pavor que me provocaban. Son fantasmas que aparecían con tu lejanía. Recuerdos. Me recuerdo en la playa veíamos el atardecer y mirábamos la Luna. La arena que tocaba nuestros pasos y los momentos en que tu cintura era tomada por mi mano. Suavemente, lentamente nos íbamos encontrando y mis dedos te reconocían, debes saber que se grabaron tu alma y las formas de tus muchas pieles. Mis dedos te saben honesta y triste, te saben molesta por alguna tontería, te saben con las sonrisas y conocen las formas sinuosas de tu cuerpo. Reconocen tus piernas lindas y la espalda que es la entrada a muchas posibilidades. Te sé de este lugar y de mi tierra.
Me recuerdo, de viejos tomando el sol en nuestra trinchera tranquila. Nos recuerdo canos y sin sabernos, pero siempre encontrándonos. Y no sólo es ello, es el hecho de ti y de mí mientras soñamos. Recuerdos de nuestra mente senil y cada uno de nuestros frutos. Son nuevas esperanzas que nos hacen inmortales. Por alguna extraña razón, me preocupa quedarme, deseo subsistir. Permanecer con mis huellas detrás, lo hemos logrado. Somos viejos y conocemos nuestras muchas cualidades, ahora nos sabemos por completo y es imposible olvidarnos.
Tal vez debiésemos morir, para buscarnos, para comenzar todo de nuevo. Un ciclo sin fin de nuestras uniones, horas, minutos, universos desvaneciéndose. Dioses que nos toman en sus brazos. Tal vez debiésemos morir, para encontrarnos en otros abrazos, para no recordar y sólo vivir...
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Autor:
Nájera. (Seudónimo) ( Offline)
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Publicado:
26 de marzo de 2013 a las 17:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas:
74
- Usuarios favoritos de este poema: Winda, mariarl
Comentarios2
Que profundo
SUEÑOS DE UN LOCO QUE EXTRAÑA...!!
El amor profundo es así, aventurero y loco, soñador y realista.
Te abraza mi alma
no no tengo palabras
QUIZÁ SEA BUENO....
muy buenoo
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