Sé lo que quiero, lo llevas contigo,
es la simiente que en mi pecho siembras.
El cariño, la ternura, es un “trigo”
que jamás ha sembrado otra hembra.
Hiciste el Edén de un pedregal,
lo cuidaste muy bien y ha florecido.
Ahora obtendrás inmensas cosechas,
colmarán tus graneros de amor.
Son los frutos de las cosas bien hechas,
es el premio al mejor sembrador.
Las piedras producen ¡Al fin!
Limpiaste mi alma de cardos.
Quiero ser de tu campo, el jardín.
Darte el aroma de rosas y nardos.
Eres tanto en mi vida, Mujer,
que sin ti es imposible seguir.
La sequía se torna cruel.
Sin tus manos no puedo sentir,
De tus labios necesito beber.
Dame tu amor, dame tu aliento.
Logrará tu semilla crecer con vigor.
¡Que hermosas espigas se mecen al viento!
- Autor: Mel (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de marzo de 2013 a las 18:19
- Categoría: Amor
- Lecturas: 84
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.