Volcaduras en lo infinito,
salpicaduras de sustancias pesadas,
calendarios donde desvanecen y surgen pigmentos,
hay costuras que mienten cuando sujetan,
y dulces plumas que desaparecen al contacto.
Yo aquí sigo, pequeño mundo, sigo aquí,
Óyeme si así lo deseas,
Acompañame,
Voy a empezar una tarea, un oficio,
Un encargo de mi alma para mis pensamientos,
Voy a dirigir un navío rojo,
Ya tengo a mis tripulantes:
Son grillos, arboles de mi adolescencia,
El eco gris de Chopin, y una hermosa
Una blanca taza de café, abierta,
Espléndida, como una trompeta.
Sigo aquí, mundo pequeño, yo aquí sigo,
Observando, preguntándome, respondiéndome,
Sabiendo que hay cosas sobrepuestas
Y tocándose apenas para subsistir,
Hay por ejemplo rápidas y esparcidas nubes
Que solo aparecen en el redondo color de la luna,
Y advertencias de la vida misma
De la imparable historia a la que pertenecemos
En forma de arrugas nuevas en las manos
Y atascos difíciles de la condición física.
- Autor: Eduardo T. Isleño (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de abril de 2013 a las 21:54
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 39
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