Jarrón de porcelana
altivo y distante,
en tu cima de nogal
¡qué satisfecho estás!
Aprendiste del pasado
y del ejemplo que te dan
para no volverse loco
no caer en lo vulgar.
Las visitas alaban
tu pura línea trabajada
el exquisito dibujo
tu forma clásicamente pura.
El señor de la casa te mima
como su más preciada amante.
Mas la vida
pasa el testigo
cuando menos lo esperas,
esperando del más lento
el espirítu del que vuela.
¡Ay, jarrón elegante!
¿Quién no te enseñó
que no es de fábrica el corazón,
que una brisa lo puede bombear?
Alguien
abre la ventana
en hora precisa
en que una niña pasa
y vuela su risa a las nubes.
En su camino
entra sin permiso
en el augusto salón.
Si alguien
te pudiese explicar,
en este preciso instante,
que la alegría
siempre ha existido
y lo perdido
ya no lo puedes recuperar,
agrio aceite llorarías hasta llenarte.
Por compasión
cierren esa ventana.
Comprendan.
La inocencia de una niña
puede romper en pedazos
el jarrón más perfecto.
- Autor: Fernando Torres Simón (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de abril de 2013 a las 13:10
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 102
- Usuarios favoritos de este poema: Microscopio carnivoro, miriam quintana
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