Déjame surfear cada uno de tus pliegues,
con alas de células y corazón de madero a la deriva,
montarme al viento que forma la intención elástica de tu sonrisa,
que mis plumas criben el látigo sobre los cauces de yemas que me condenan
a ser el culpable de mis asesinas caricias.
Maréame en la danza que tu cuerpo gesticula,
tus brazos extendidos al ritmo de ramas
estocando de sueños a las nubes,
tensando las nervaduras inocentes de hojas llenas de piel y carne para las
flechas del sol que en un arañazo tatúan la espalda del mundo.
Tu boca como queriendo madurar del árbol del beso,
seduce en tul a la caída cuando yo soy tierra,
esperando el descenso, inundado de dulzura
para sentir el temblor secreto de la pulpa al azotar
el tímpano de mi lecho apaisado.
Abriendo mi cruz de sedienta pasión, esperando la gota tras tu grieta.
La lengua de mi pecho se arquea tratando de alcanzar el veneno
de dulzura que salará tu piel para que hidrate el jugo de tu alma,
y así el profanar serán ruegos a todos los trigos, a los girasoles,
para vibrar el aceite y untarte hasta penetrar tus poros con amor y harina
tras el fantasma de la frescura y el sabor que macera tu boca.
Y entonces viviré tan solo del antídoto que propone solo
saber que puedo tenerte en el tósigo de esta vida, cerca pero lejana…
- Autor: chrix ( Offline)
- Publicado: 8 de abril de 2013 a las 11:26
- Categoría: Amor
- Lecturas: 57
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, miriam quintana, eclipsada
Comentarios1
Eso es arte poetico de amor amigo Chrix... cuando el alma del Bate encanta su ego con palabras y hechos que le inspira tu talento y tu genialidad estimado Bate.
SALUDOS Y AMISTAD
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