Soledad miserable

Blas Roa

Su corazón que nos delata

esta nube que acaba de suceder.

Allá va el sonido de una lágrima 

que escondida en su silencio

nos ha puesto a llorar descalzos.

 

Y ¿A quién le temes, ternurita?

Tus demonios son los míos

este mundo no está preñado

de una cigüeña equivocada

y no eres tu la dependienta

de los rostros que volvieron su rostro.

 

Pero yo he sobrevivido milagros

Y he abierto los ojos antes de ayer

con una venda puesta y manchada

con el flujo de los soldados 

que dejaron su uniforme 

en la independencia soslayada. 

 

Ya tus manos no son mis manos

ni mis pensamientos tus palabras

ni tu lado amable, mi lado femenino

ni mi patán en el espejo

la cicatriz de tu pasado

y acá nos encontramos

convexos y desnudos.

 

¿A qué rey le haces genuflexión?

¿Qué rey ante ti se arrodilla?

Si ya tu cama es playa y puerto

tus caricias son un poema de arena

que cae tamizado entre tus dedos.

Ya no son tus manos mis ojos. 

 

No le escribas al poeta ni al mendigo

tampoco al clero, o al profeta.

Te dará de comer tu mano extendida

mientras sea para politizar 

el orden de tus necesidades

y no para trepar entre dandis 

tus tristezas de mártir.

 

Me vas a odiar, yo te odio.

nos odiamos porque así lo quiero

nos amamos porque somos el mismo

y tu espejo es un calabozo carbonizado

mi espejo no es mas que tu alma

nuestra casa se llama momento. 

 

Quiero arrebatarte las palabras

pero las perdiste entre el alpiste

las dejaste caer de nuevo, 

y se quiebran como el cristal

se quiebran como tus ojos

se quiebran como tu voz

se quiebra la misma quiebra. 

 

Dame un beso en la frente

y suplícame un evangélio divino

las rosas que ponga sobre tu tumba

son las que me regalo en las pascuas

te odio tanto que cuando lloro

no es por ti ni por mi

es por los dos, dividido entre cero.

 

Te has dejado la boca pintada

una maleta tan vacía como tus ojos.

Ojos que fueron la guarida violeta

de una tierra que supo escucharme 

de una patria que supo quererme

de unas piernas que no me dejaron huir. 

 

Malvives, insensata. 

Ese es tu maletín de viaje

trágate un poco de ti misma

escupe lo que mascullaste 

llévalo de nuevo a tu boca

balbucea entre corcheas la masa

y trata de ver poesía en ese mosto.

 

No me despido porque ya te fuiste

la pared sabe oír lo que tu ignoras.

Gentil dama, pedazo de señora

hermanastra fea de la hermana que llora

las exequias de este bodrio 

del que te hago responsable

Soledad miserable...

que cuando quiere llorar se muere. 

 

Blas Roa

 

 

 

 

 

 

Ver métrica de este poema
  • Autor: Blas Roa (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de abril de 2013 a las 02:57
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 80
  • Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Una hermosa y bella poesía de amor que encanta mi valma poética has escrito hoy estimado compañero y amigo Blas Roa
    Saludos y amistad



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.