En el jardín de amor de mi covacha imaginaria y confortable, bien mío, que cuido primorosamente para que la luz y el aroma que despiden sus flores, todas tuyas, te envuelvan en un éxtasis del cual, por el embrujo que en él subyace plácidamente, jamás quisieras abandonar, sembré una semilla tan diminuta como la de mostaza que al nacer se convierte en árbol esbelto o cual la de albahaca, que ahuyenta del vergel a los insectos depredadores.
Esa simiente, bien mío, pronto brotará porque el rocío matinal le prodiga el alimento que no la dejará morir de sequía.
Y luego que se produzca su nacimiento se convertirá en una preciosa planta que producirá flores que olerás para plenarte de exquisito perfume y después la lucirás coquetamente en tu cabellera de cascada.
Antes de que tú, bien mío, llegaras a mi covacha, desconocía el oficio de jardinero, que aprendí empíricamente para adornarte de flores.
Sí, bien mío, soy tu jardinero único.
- Autor: rodulfogonzalez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de abril de 2013 a las 13:48
- Categoría: Amor
- Lecturas: 38
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