La fría brisa, cumple, erizándome la piel.
Respiro hondo, tanto que oscurece.
La sonrisa nace con modorra,
en la comisura de la picardía que
se asoma al borde agudo de mi conciencia,
descolgándose lánguida sobre mi boca,
cálida y juguetona, se estira
hasta que contagia y pegotea
al resto de mis labios,
hinchados de amor y mares,
de solsticios y ventiscas, de
relampagueantes carcajadas embravecidas,
envueltas en las encendidas sábanas
del sentimiento, nacido retozón del abrazo
que nos dimos en el minuto diminuto que fue ayer.
Se despliegan lentamente,
una a una, descuentan las plumas
que quedaron en suspenso constante,
en este detenido espacio a medias fotografiado
por el flash de tus pupilas,
hacen apenas mil segundos,
adornando el álbum de recuerdos
que no nacieron todavía,
porque no son pasado,
sólo un presente constante y cantado,
silbado despacio a través de la voz
que corona este pecho, en el que preso has quedado.
Sin ti, porque estás conmigo,
sin mi, porque estoy dormida
en el sueño suave de tus latidos,
en el vuelo intenso y acompasado,
de la suave música de mi plumaje,
acariciando el espacio, que apenas respira,
entre tu piel y mis besos,
entre mi piel y tu abrazo.
Lento, repliego sedada
por el fresco arrullo de tu pelo en la almohada,
mis cansadas alas que ruegan reposo,
en susurradas plegarias, por aventuras futuras,
de nuestros vuelos en pujanza.
El sueño nos cubre, te envuelve,
me arrulla, nos amansa.
Silencios, secretos.
Murmullos y pausas.
Shhhhhhhhhhhh,
el niño amor nos está durmiendo...
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Autor:
Vanalle (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 17 de abril de 2013 a las 12:14
- Categoría: Amor
- Lecturas: 102
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