Señor te doy las gracias
por esta vida sencilla
Con que me regalaste,
por esta buena ciencia
De saber perdonar.
Porque llegué al extremo
del puente de la vida
Y siento el alma quieta
como ave dormida que
repara sus fuerzas para cruzar el mar
Si me acercastes tu barca, subiré sin temores.
Cruzaré sobre el pecho mis manos fatigadas
Y ocuparé mi lugar el que tú me señales
En medio de otras sombras humildes y calladas
Nadie vendrá a mi encuentro ni anunciará mi nombre
Mas tú que llevas cuenta del árbol y la estrella,
De los que dieron sombra y los que dieron luz, dirás:
Esta es aquélla por quién también mi sangre se
derramó en la cruz
M.G
- Autor: M G (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de abril de 2013 a las 11:15
- Categoría: Religioso
- Lecturas: 110
- Usuarios favoritos de este poema: CRISTINA IGLESIAS
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