Podría asegurar a sabiduría innegable que:
sin tu enamoramiento juvenil yo no existiría,
y que tus traspiés y miedos son mi instrucción;
pues hoy eres una versión reformada de tu pasado.
Cuidas mi alma y mi esencia,
corres y sangras,
ayudas al prójimo y ensayas,
sueñas y envejeces,
te vuelves mujer y madre,
eres ejemplo y trasciendes,
amas y vives,
y a veces sólo lloras.
Eres mi madre prístina,
mi creadora y ostensorio;
y hoy yo soy persona y hombre
por tus desvelos y tu devota entrega sin celos.
Tu trabajo de madre es el más duro,
con jornadas de más de veinticuatro horas;
y yo solo te reembolso cuando me miras a los ojos.
Por mi parte te puedo decir:
madre prístina, si en cada minuto de cada día
pudiera atender mi alma y mi esencia,
correr y sangrar,
ayudar al prójimo y ensayar,
soñar y envejecer,
ser ejemplo y trascender,
y sobretodo amar y vivir como tú lo predicas,
podré pagarte en esta vida y la siguiente
todo lo que te debo, con un agradecimiento
y con amor inescrutable;
que son fruto de tu madre prístina;
la madre prístina de las madres,
tu madre y nuestra madre.
Te amo
- Autor: D'lacroix (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de mayo de 2013 a las 03:24
- Categoría: Familia
- Lecturas: 74
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
La calidad de tu versada pluma embriaga mi sentir poetico cuando leo las palabras de tu verso de familia amigo D'lacroix
Abrazos sinceros de amistad poetica
Críspulo Cortés Cortés
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