La herencia

Oscar Perez

La herencia

 

Yo soy el hombre que se afeita la corbata,

que se abotona la sonrisa, que se peina

los sueños cada día tras un timbre.

Que escucha y obedece, que ejecuta

sus órdenes, sus actos, sus costumbres

tal cual millones de otros en la esfera,

tal cual alguno más que no lo sabe.

No pido recompensa en mis rutinas,

mis lealtades no son más que las del lodo

pegado a mi zapato y mi camisa,

que luego el sol reseca hasta que cae

ya vuelto polvo, tierra, cenizas de un secreto.

No son más conclusiones las que cargo

que hacerme de un lugar bajo los techos,

de un sitio en que dormir, de un simple cuerpo

en que el calor guardar y las semillas de la especie.

En vano tropecé con religiones,

con guerras, con conquistas, con exilios,

con cuadros de un pintor desesperado,

con letras de algún blue que se diluye,

la nada me enseñó que somos nada,

nada que hacer salvo crecer, salvo latir, salvo morirnos,

y al centro un esternón que sube y baja,

un hálito crucial que a veces falta

cuando hay más días en el mes que en qué ocuparlos,

más noches en la piel que la erección que raudo acaba,

más dudas en la voz que las que el trago aturde o salda.

No es cosa de creer que estoy cansado o tengo miedo,

no es cosa de pensar que en algo pienso,

me vine a la ciudad desde aquel vientre,

me dieron la ilusión de que no sueñe

y erguí mi porvenir sin más promesas

que un día no dejar ni mi sombrero en algún parque,

ni mi nombre en esa boca, ni mis años

en este mundo que me juzga incomprensible.

Otro vendrá, yo lo aseguro, hasta mi puesto,

no nos veremos ni la sombra ni los ojos,

será su luz la de esas tardes que aparecen

cuando no queda más que hacer que repetirse,

que sepultarse en el verdor de un cementerio,

que echar al sobre aquella flor que un día viste

en las hendijas de un balcón o en una calle.

Ya muerto, bien lo sé, del sobre triste,

la flor se esparcirá con sus semillas,

alguna se atará a algún hueso inerte

y un nuevo ciclo hará desde mi polvo,

desde la soledad de mi sepulcro,

quizás vea la luz que yo no he visto,

quizá respire el aire al que me niego

y beba en la humedad tras de la lluvia

aquel sabor que en mi nadie o, bien, pocos han dejado.

Bendito aquel, cual yo, que allí la arranque,

entonces yo sabré que en vano vivo,

pero que muerto al fin, alguna flor dejé a este mundo.

 

http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/

 

12 05 13

  • Autor: Óscar Pérez (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de mayo de 2013 a las 15:04
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 1406
  • Usuarios favoritos de este poema: JADE FENIX, elvira olivares.
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Comentarios3

  • elvira olivares

    Oscar que bello y triste este poema amigo querido, que dificil la vida que nos lleva inexorablemente a la humedad de una tumba, que hermosas palabras y cuanta melancolía.
    Siempre es bueno leerte.
    Un gran cariño

    • Oscar Perez

      El mayor de mis abrazos, amiga mía, no por dificil es menos bello el vivir.-

    • Saba But

      Me parece haber visto a la melancolía
      esconderse en el punto final de tu poema.
      Muy hermoso, me encantó.
      Saludos desde algún rincón del mundo.
      SABA:::

    • Oscar Perez

      Saludos, saba, mi gratitud por tus palabras,.



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