viernes, 17 de junio de 2011
Ni la noche, ni el ocaso de la aurora, pudieron segar la luz de su memoria aquel don, privilegio que es historia inmortales ficcciones, infinita bitácora de caminos incesantes peregrinos, de tiempos exactos que no existen, que burlan al espacio, a la distancia. Como nunca al decir un baladí, encendió luz a la noche de sus dones traspasó las murallas de la vida, traspasó las murallas de la muerte, su inmortal, su perpetua presencia se refleja en la luna, que es la misma luna De El, de Schopenhauer, de Ulises, de Grecia, de Alejandría, de Buenos Aires, de sus ciudades sin murallas, sin cadenas de ríos sin distancia, de laberintos de nueve puertas, de nueve esferas, De su eterna biblioteca de los sueños del cosmos matemático, de caminos de senderos, de jardines, y de Funes De la infamia y su historia, De libros de arena, de espejos que reflejan incesantes la magia inconfundible de sus versos. Solo El sabe de la larga y oscura noche que desciende implacable hacia sus ojos, arrebata quizas su ocaso, quizas su aurora, sin saber que la luz eterna es su memoria, mas eterna que la muerte, mas eterna que el fénix que los mares, que el desierto que el sinfin de los números y las letras Los de antes, los que somos, los que vienen ávidos testigos, buscarán el Aleph mundo infinito de paradigmas vivas, veremos en el su sombra apacible, caminar desdeñosa entre los libros, Paraíso escogido entre sus sueños, fugaz y perpetuo, instante eterno traviezo y quieto de luz y sombra oxímoron que nos ata a tu lectura. Compartir
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Autor:
elinmortal (
Offline)
- Publicado: 14 de mayo de 2013 a las 22:04
- Comentario del autor sobre el poema: Un pequeño Homenaje al Maestro Borges
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
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