Estaba mirándome el cielo
en una noche serena de otoño
con la luna menguando su ojo
y las nobles putas por consuelo
con sus corazones y sus labios rojos
ofrecen sin rubor tetas y coño
y lo ofrecen por unos pesos
y a veces por ganar patrimonio
envueltas con su ingenuo seso
se entregan a viles demonios
jornaleras que ofrecéis sexo
calentones, bollos y mil mojos
Dios os da medida y peso
y más que daros abrojos
junto a Magdalena os da besos
y si yo os doy poesía
y yendo al grano, versos
sin tonterías
es más por vuestra putería
que me mantiene terso
y empalma mi puntería
mi carnal padre José, me dio luz
y me dijo que en su juventud
llego a dar cobijo a estas mujeres
que con domésticos quehaceres
pagaban con pulcritud
mas el amor que los alquileres
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