¡Qué me pasa en los ojos esta tarde!.
Me peino, como siempre,
contemplo en el espejo, como siempre, el mismo rostro,
mis manos son las mismas
y moldean mi frente con idéntica caricia,
reconozco, como siempre, la curva de la boca
y el guiño imperceptible entre las cejas.
Sin embargo,
no me sirve la fórmula de siempre.
¿Qué pasa?. ¿Qué nos pasa?.
¿De dónde surge, extraño,
este impulso que aleja lo que mira,
lo funde en el recuerdo y lo oscurece?.
- ¡Más lejos!. ¡Mucho más todavía!. - ordena imperativo.
Y, poco a poco, se imponen sobre el vidrio los recuerdos
saltándose las leyes, las fórmulas precisas,
que, inversamente, debieran reflejarme.
Nuevamente detengo la mirada, por si acaso,
compruebo minucioso si el reflejo de plata se equivoca,
si mi cuerpo es el mismo,
si el olor del aliento no me engaña.
¡No hay duda!. ¡Estoy frente al espejo!
¡Soy yo!. Pero los rasgos se han posado en otro tiempo.
"¡Veinte años no es nada!". - recuerdo que recuerdo.
Todo un mundo de imágenes aflora:
personas, callejuelas, aljibes, intenciones,
horarios, escaleras, silencios, ansiedades
y niños, muchos niños definiendo el paisaje,
dando vida, engarzando con sus cuerpos juguetones
una parte de mi vida almacenada en la memoria.
Me invade dócilmente su entraña nebulosa,
como si se tratara del café de la tarde.
No hay misterio, ni engaño. Soy yo quien se confunde,
cegado de presente. ¡Mi tiempo es todo yo desde el principio
y le debo a la vida el privilegio de mis canas!.
- Autor: Antonio Fernández López (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de mayo de 2013 a las 07:12
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: Maria Hodunok.
Comentarios1
BUENISIMO AMIGO, tambien me hago cargo de la imagen del espejo, por eso ni lo miro, que bonito lo escribiste, cuantas añoranzas nos traen los recuerdos, preciosas aunque nostalgicas tus palabras, es un placer leerte.
CARIÑITOS DE LUZ.
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