¡Qué aromosos, bien mío, y estimulantes, son los besos todavía con las huellas delatoras de inmediatez del café recién salido del colador, de la greca o de las máquinas a vapor!
El café, todas las mañanas, me devuelve la vida sumergida en la dimensión del sueño, cansado mi cuerpo, sin horizonte inmediato, despierto-dormido, desorientado.
Amo, bien mío, el aroma del café, desde mis primeros años, cuando conocí la planta que lo producía y todo el proceso de elaboración. (secado, tostado, molido).
Tú también, cariño prohibido y lejano, amas el café y conoces, como yo, su procesamiento.
Y conoces la planta, que para desarrollarse y fructificar, requiere de la sombra amistosa del bucare, ese elegante y esbelto árbol, donde fabrican sus nidos alargados los conotos políglotas, imitadores del canto de otras aves.
No concibo la vida, bien mío, ni sin ti, ni sin el aromoso café.
Sólo es comparable el aroma del café, al que despides al salir del baño, cuando cierro los ojos alocados y descubro el sitio exacto donde estás con mi olfato.
Con tu aroma único, natural, viajo en un caballo blanco de sueños hacia mundos luminosos.
Con el aroma del café, al alba, inicio mi rutina diaria.
- Autor: rodulfogonzalez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de mayo de 2013 a las 13:57
- Categoría: Amor
- Lecturas: 50
- Usuarios favoritos de este poema: Tizzia Holwin
Comentarios1
"Con el aroma del café, al alba, inicio mi rutina diaria."
Si me permites Eladio...
Con el aroma del café al alba, cierro los ojos y evoco tu aroma y vuelvo a perderme en tu mirada.
Para darme el valor y la alegría e iniciar mi rutina diaria.
Que hermosamente escrito, que bella declaración donde la distancia pierde sus alas.
Te abrazo el corazón y el alma.
Retwisteaste el poema, amiga del alma, lo cual te agradezco infinitamente. Abrazos
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