Desdeño abrir las horas en que mi tiempo efímero
en vaivén inquietante acudiera a tu signo,
sin entender comprendo la verdad de ese giro
que en revés solitario acertara a mi instinto.
Fue una mueca locuaz de tu esplendente espíritu,
una imagen formaste donde un espejo místico
devolviera la sombra en el sangrante vidrio
de azogue silencioso de ilusión o espejismo.
Tu risa y tu mirada, y un arco iris digno
que, luego de tormentas de desprecio finito,
alcanzó mi razón, me dio la pauta a gritos.
Enloquecí de pronto con gusto inadvertido,
mas era en desazón de un ocaso fortuito,
tarde en la que el planeta me engañaba atrevido
y entré por esa sombra hacia tu laberinto,
crucé los muros, fui de mes en mes perdido,
luché con el centauro y fui herido de espinos
y cuando vencedor me sentí vi un aviso
que me decía “vuelve, es mentira, no existo”.
No existías mas de pronto un leve rugido
de un viento humano borró todo lo del principio,
me hallaba así en la trampa de tu mísero olvido.
Las horas una a una se abrieron en un ritmo
como de sorda burla que dio a mi alma alivio,
me tornó indiferente me devolvió lo mismo
de tantos días malos; me lanzó a los abismos
de la desilusión del poeta y sus dichos.
28-05-2013
- Autor: marcos (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de mayo de 2013 a las 11:27
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 82
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.