No había vicisitud alguna…
otra vez inmerso en la penumbra del Yo,
habré sido yo perspicaz al notar que esta vez
me encontré envuelto por las olas que despiden
los buques eternamente errantes,
que discurren sobre el océano de la vida.
Estuve yo alguna vez posado sobre alguna de estas naves
vadeando entre la profundidad de la mente,
pero todo había cambiado…
y dicho recuerdo me perturbo la memoria.
Ya no conocía siquiera mi propio temple
pues todo aquello se fue evaporando.
De mi amado meditar
solo queda un desierto.
Todo aquello se fue evaporando.
Todo.
Nada.
Si la cantidad de seres desalmados
que rondan la tierra
fuese proporcional
a la cantidad de tormentas de arena
que surcan mis pensamientos…
en el desierto de mi mente
se levantarían dunas.
- Autor: Eric Benevski (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de junio de 2013 a las 01:05
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 86
- Usuarios favoritos de este poema: Tyr, clonariel
Comentarios1
un gusto tus incertidumbres...
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