Los números caen del calendario, mas no de mi recuerdo obsesionado.
Solo basta ver la misteriosa luz de la aurora boreal para recordar tus
bellos ojos de esmeralda llenos de luz pero fríos como glaciares. Tres veces
este frió invierno a venido a tratar de arrancarme la vida con sus tormentas
heladas y frías.
Aun la primavera con sus hermosos colores llenos de vida nueva, tratan de
arrebatarme la calma y el sueño. Con solo mirar las aves anidando en el robusto roble
recuerdo nuestro hogar que con amor y esperanzas construimos de golpe.
Perfecto no fue nuestro nido, pero amor nunca falto ni compromiso abnegado.
Ni siquiera el brillante sol del verano aparta mi recuerdo de tu hermoso pelo.
Largo como serpentinas de fuego queman los ojos de los atrevidos que
se atreven a mirarlos. Jugabas con tu cabello como invitándome a lo prohibido,
sabido ya tenias lo mucho que me gustaba, y de la manera que me enamoraba.
Acumulando el recuerdo de tres grises otoños en mis ojos ya han pasado y aun
así no logra esa lluvia apartar el recuerdo del dulce néctar que tu me dabas.
Las hojas caen como pesadas rocas sobre el cristal transparente de la memoria,
mientras la lluvia arrastra en aguas turbulentas lo que sentíamos en nuestra gloria.
Duele, duele como el primer numero que cayó desde lo alto, y aun mas triste que eso
es que seguirá doliendo por lo que me quede de vida y el corazón, pintado con rojo esmalte
continuara sangrando mientras exista el almanaque.
- Autor: Roma Otreum (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de junio de 2013 a las 12:33
- Categoría: Triste
- Lecturas: 19
Comentarios1
''¿Cuando muere el reloj?''... Mientras siga existiendo el calendario, seguirá existiendo su recuerdo.
Gracias por lo escrito.
Gracias. Lo interesante es que el remedio es la misma enfermedad.
''¿Somos parte de la cura, o de la enfermedad?''... Grande su poema.
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