Es el verano de 2002. Los niños del Jardín del infantes “Protectores de los Derechos” juegan alegremente en el aula; la maestra llama la atención de algunos, los que son más alborotadores, pero fracasa en conseguir orden. Pareciera que hoy la anarquía es la que rige el programa. Se pueden oír ruidos extraños que provienen de afuera del jardín. Los directivos fueron poco precavidos pero pronto pondrán rejas, después de todo, éste es un jardincito muy reservado y los padres, que tan bien alimentados mantienen a sus niños, no quieren que estos se preocupen por algunos gritos o sonidos metálicos que puedan venir de afuera. Hace calor afuera, me atrevo a decir; hace incluso más calor que adentro.
Los niños algunas veces se inquietan; se imaginan lo que puede producir esos ruidos, se preocupan -¿acaso temen?-, pero continúan con sus tareas didácticas, que han sido las mismas desde que algún buen señor inventó los jardincitos y se quedó a un lado viendo como los niños y niñas jugaban y se divertían. Quizás, sentado en una silla grande, lejos de dónde los sucesos trascendían, él observaba; tal vez, contemplaba con inmaculada tranquilidad como los niños, de vez en cuando, hacían alguna de sus travesuras: como aplastaban insectos que hallaban por ahí, como sentenciaban a sus mascotas a hacer un sin fin de piruetas sólo para negarle aquello con lo que las habían tentado al principio, como reaccionaban erráticos y se desesperaban al momento del recreo y como nunca querían volver al aula. Pero lo que pasó hace mucho tiempo nos concierne muy poco, comparado con lo que esta ocurriendo ahora. En estos momentos, el clima está que arde. Afuera del jardín las cosas no son como dentro de él; afuera hay problemas, y pobres niños, ellos no son responsables de lo que dictaminan sus queridos padres, que muy orgullosamente los colocaron en éste jardín para su mayor satisfacción y tranquilidad; ellos no son responsables por las decisiones de los adultos, ¿o sí lo son? ¿se puede castigar a un niño, un poco tonto, quizás, con problemas de aprendizaje y poco sentido común porque eligió sentarse al lado de Cachito y no de Menganito? Ciertamente, diría que no es correcto hacerlo; repito, sin temor a ser molesto o irritante, ¿qué culpa podrían tener los chicos, si los padres toman las decisiones, siendo ellos los que eligen el futuro a través de sus hijos?
Pareciera que en estos tiempo, la moda predominante consiste en echar culpas a quien quiera que pase por enfrente nuestro. Resulta difícil creer que los niños sean responsables de los desastres sólo porque los padres les delegan ciertas responsabilidades y luego eligen ver hacia otro lado; sería en tiempos más sensatos, que no son los nuestros. Malditos niños, en qué desastre nos han dejado los pequeños demonios, mientras nos preocupábamos por disfrutar la vida, una de las pocas veces que los adultos podíamos tomarnos un sospechoso descanso. ¿Qué habremos hecho mal?
- Autor: Rorschach ( Offline)
- Publicado: 14 de junio de 2013 a las 05:23
- Categoría: Sin clasificar
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