La esperanza quedó esperando a la paz perdida no se en que estación del metro… bufanda de insidioso frío, ojos de tristeza arrugada… manchas de almizcle entre la imagen de una estampa ajeada que ocultaban el olor añejo de la espera. El calor de las velas reforzaban la profunda calidez de su fe, desguarecida fuera de su cuerpo nacía una duda, ella tapaba sus ojos con infinitas sensaciones escondiendo la tentación de los años, siglos de lucha. El egoísmo idiomático despertaba en la dulce creyente más dudas, todas controlables, todas desechables en su mano de suavidad dura… pero había una… Vieja partera de la civilización, ya casi ni las creencias socorrían el grito de ayuda… filosofía profunda –se repetía-, sus vanidades, mezclas de dioses y comodidades abren miles de puertas a un sepultado innombrable terror de la bondad… miles, con las cabezas sometidas a la intemporalidad se paseaban de noche sin verla de frente, de día era tan solo una lágrima más, un grito de ahogo que todos llevamos por dentro ennegrecido por nuestra propia oscuridad.
Doña Esperanza… sé que estás en todos lados… y pareces no estarlo en ninguno.
- Autor: Fernando Gabriel Arrieta ( Offline)
- Publicado: 14 de junio de 2013 a las 11:34
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 10
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