Digo que yo no soy un hombre puro
“Yo no voy a decirte que soy un hombre puro.
Entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O si es, pongamos, necesario.
O posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería”...
POESÍA DE NICOLÁS GUILLÉN
Hace mucho rato que un buen amigo me hizo llegar este poema de guillen y desde ese día hasta hoy me permite profundizar, hoy comparto un fragmento de él para darle impulso a la reflexión que me surge al pensar en la pureza. Es común entre hermanos percibir, evidenciar, reproducir la práctica del que está en lo correcto y que es el otro el que está equivocado, lo que le he denominado el ego colectivo, hoy nuestro combate sin querer queriendo es entre nosotros mismos en algunas situaciones más marcadas que otras, por lo que intentare reflexionar en este escrito cuidando de no maquillar la critica sin convertirme en lo criticado, tarea nada sencilla pues debemos entender que ese comportamiento es resultado de un modelo de educación que está en marcha y que cada vez se acopla para no desaparecer, es el reto al que nos enfrentamos hoy en esta revolución en proceso donde cobra gran vigencia el pensamiento y acción robinsoniana tan tergiversada “Inventamos o erramos” que a muchos de nosotros como dije nos sirve para justificarnos más sin embargo su vigencia está en que debemos pensarnos y accionar de manera permanente asumiendo el avance y los retrocesos con la firme decisión de construir un sistema social que garantice romper con el espejismo patriótico sustentado en la comodidad de la lucha sin confrontación con el enemigo real ese que nos advertía Mao “el burgués que llevamos dentro” que solo derrotándolo encontraremos el hombre nuevo que nos hablaba el “CHE” para no construir un “socialismo como mero sistema de reparto”. Solo hay que hacer un recorrido por la historia y notaremos que definitivamente es nuestra ambición individualista o colectivista la que da el punto de quiebre en todo proceso de construcción, como pues asumir esta responsabilidad histórica de superar las batallas intestinales y concentrar toda nuestra fuerza individual y colectiva, en esta época en que tantos están "negociando la sangre derramada", convencido estoy de la necesidad de la revolución socialista pero no como las del siglo XX, sino que son necesarias revoluciones que en la mejor tradición de Moisés, afecten primero lo interno (el corazón), y luego lo externo, estructura y superestructura.
- Autor: bakunin mijais ( Offline)
- Publicado: 19 de junio de 2013 a las 23:23
- Categoría: Amor
- Lecturas: 11
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