Sus lágrimas corren a raudales,
por su realidad que hiere y mata,
porque sus carencias tan actuales
le martirizan con sadismo y le atan.
Sus ojos sucumben dentro de ella,
cual estrella que se extingue luego
de ser radiante y, quizá, la más bella;
sus carencias tan actuales no son juego.
No tiene pan para alimentarse ahora,
ni al ser que crece dentro en las entrañas
y sus entrañas duelen, son tormento,
y sucumbe y sus carencias ya le matan.
Miremosle con desprecio a la pobre,
juzguemosle por lo que hizo el día de ayer,
que se atenga a su destino esa pobre,
que nosotros con ella, ¡nada tenemos que ver!
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