Vi quemarse
al pajonal reseco
y un dolor grande
me brotó por dentro.
Lo vi callado
y hasta indefenso
levantando cortinas
de humo espeso.
Lo oí crepitar
enfrentando al viento,
chamuscando ramas,
negreando el suelo,
pintando de luto
al campo entero.
Vi quemarse
al pajonal reseco
y añoré con nostalgia
a los inviernos
que hacen del verde
un bello templo
para que la vida
brote de nuevo;
alimentando las reses
a campo abierto,
alegrando el paisaje
con el verdor fresco.
vi quemarse, amigos,
al pajonal reseco
y por eso, dolido
hice estos versos.
Autor: Alejandro J. Díaz
Derecho de Propiedad Intelectual Reservados
Bajo el Número 1308125565640
Maracaibo, Venezuela.
- Autor: Diaz Valero Alejandro José ( Offline)
- Publicado: 6 de julio de 2013 a las 13:14
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: mariarl, Hija del Sol, Gisela Guillén, claudia07, DELICADA ABRIL
Comentarios6
Se siente el calor del pajonal ardiendo! Cuántas veces he visto arder un pajonal y he deseado que llueva para que sofoque el fuego? Muchas, incontables.
que bello mi niño hermoso
y que bien lo dices
ah! triste, muy triste
y lindos versos.
Saludos desde mi linda y amada Colombia del alma mia
Hermosos versos poeta, tristeza se siente cuando se ve quemar el pajonal, es cierto. También me encantó escucharte una vez más.
Saludos amigo, feliz sábado.
preciosas letras preciosa voz y un poema triste pero intenso y real , abrazos
Un poema que emociona por sus letras ,y más al oírlo de la voz del autor. Entiendo lo del pajonal reseco por la el excesivo calor; y recordé cuánto debía esforzarme, para que mis alumnos entendieran que el invierno venezolano era la estación donde se desarrollaba la sabana. Para los que vivimos más al Sur del continente, es decir en la zona templada, el invierno es cuando el campo queda marrón o sin nada, debido a las heladas. En esa época no teníamos internet para tener la información gráfica al instante, así que lo hacíamos por medio de lecturas y láminas. FELICITACIONES Alejandro por ver la poesía, aún entre la humareda del pajonal. Un abrazo de tu prima uruguaya. Cristina
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