SILENCIOS LATENTES… MIEDOS SEMBRADOS (Relato)

Hija del Sol

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Cuando apenas contaba con 8 años, tuve una experiencia muy desagradable con una prima, digo desagradable porque nadie me había explicado de su condición, cosa que obviamente no es para contarla a los cuatro vientos, hoy en día entiendo que sólo se dicen cuando suceden o se evidencian momentos, de lo contrario se mantienen unos silencios latentes; eso era lo que pasaba con esa prima, nada se veía, nada se sabía. Ella tenía como veintidós años, en pleno vigor de la vida, eso recuerdo… mis padres con tres hijos por levantar, le hacían frente al trabajo de manera honrosa y entregada, pese a eso, no tenían a quién confiarle sus tres hijos de 9 y 8 años de edad, más una bebita de meses de nacida.

 

Ese día, apretados por el agite laboral, se vieron en la imperiosa necesidad de recurrir a la generosidad de esa prima y fue ella la que nos cuidó, bueno, no recuerdo bien cuánto tiempo duró ese cuido. Con todo respeto a quienes tienen esa condición, pero en mi inocencia obvia para aquel entonces, la experiencia fue una tragedia de vida para mí, realmente era mi primera tragedia de vida.

 

Estábamos mi hermano y yo jugando en la sala de la casa y mi hermana de meses de nacida en el cuarto con mi prima, cuando de pronto en un santiamén vimos cómo mi prima corría… ¡Dios, parecía un potro salvaje!...  se golpeaba toda con lo que se encontraba… llegó a la cocina y se llevó por delante la nevera, ¡¡¡tremendo estruendo!!! Del susto, mi hermano y yo abrimos la puerta de la casa, parecíamos dos corderitos asustados, sentíamos que nos perseguían, ¡¡¡no entendíamos nada!!!... salimos gritando ¡¡¡auxiliooooooooo…!!!

 

Recuerdo que eran 42 escalones para 2 niños asustados y angustiados, cansados seguíamos gritando y llorando ¡¡¡auxiliooooooooo…!!!. Fueron minutos de miedo, eternos… recuerdo ese pasaje de mi vida como el momento cuando aprendí a tener miedo... ¡horrible!  …gritábamos y gritábamos… hasta que por fin alguien llegó, creo que era mi abuela, tengo ausencia de memoria, espacios en blanco, quizá por defensa propia de mi inconsciente, no sé, lo cierto es que en medio de todo lo que nos acontecía, jamás pensamos en mi hermana, la bebé, ¿la recuerdan? Cuando caímos en cuenta más angustia sentíamos y el miedo a millón, porque el no saber qué hacer nos hacía llorar y llorar…¡Por Dios!... ¡¡¡nadie nos dijo nada!!! …pues no habría por qué decirlo, ¿cierto?

 

Bueno, cuando por fin alguien llegó, digamos que fue mi abuela porque siempre ella nos cuidaba, mujer sé que era, bajamos muy abrazados a su falda, llorando… ella usaba vestidos muy lindos, ¡cuánto miedo teníamos Dios!... Nuestra mayor sorpresa fue encontrar en el piso y desmayada a mi prima, qué experiencia tan fuerte para unos niños, tras una desbocada actitud que no comprendíamos, ver en el piso a quien minutos antes sonreía y conversaba muy alegre;  mi abuela fue a ver a mi hermana y gracias a Dios estaba durmiendo en su cuna, nosotros no entendíamos, sólo llorábamos y temblábamos de miedo, gracias a Dios mi hermana no fue víctima de ese susto, ¿se imaginan si mi prima la hubiese tenido cargada? siempre me pregunto eso y le huyo a la respuesta.

 

No recuerdo más nada de lo que pasó en las horas que daban paso a la noche y llegada ésta, cuando nos tocaba dormir, mi hermano lloraba mucho, pero no sé si por su madurez entendía y se calmaba o se le agotaban las lágrimas… yo, lloraba y lloraba inconsolable… le suplicaba y suplicaba a mi mamá que no me dejara sola, que nadie más nos cuidara, que me abrazara… que tenía mucho… mucho miedo y mi mamá no encontraba cómo explicarme, ante mi llanto se le gastaban los argumentos que justificaban en ella las razones por las cuáles tenía que salir a trabajar y dejarnos al cuido de alguien, éramos niños no teníamos por qué entender eso… lo lógico desde esa óptica genuina, es siempre estar y querer estar con sus padres ¿o no?  Aún explicándonos lo sucedido, con bases médicas y con las mejores palabras, ésas que puedan llegar al corazón y la razón de un niño, yo no lograba entender y mucho menos comprender; el trauma creado fue enorme… y muy profundo en mi interior, dejó secuelas.

 

Mi mamá nos explicó que mi prima padecía de una enfermedad llamada epilepsia, imagínense lo que para entonces con mi mente de niña yo aprendí, epilepsia = violencia = miedo. Con todo respeto a quienes padecen esa enfermedad, acá lo digo tal cual como una experiencia de vida desde una óptica de niña que todavía así, con tanto que se le explicó, sólo entendía el miedo que ese día se le sembró; todo era inconcebible, éramos niños. Esa noche por supuesto, no concilié el sueño.

 

Con el tiempo, que siempre cura las heridas del alma y con la madurez de los años, fui asimilando poco a poco el concepto de la epilepsia como enfermedad y los signos que indican su desencadenante, desde mi óptica de niña era poco lo que podía entender y asimilar y, sobre todo entender que mi prima jamás quiso hacernos daño, aunque yo no quise verla más nunca en la vida; por supuesto que la vi, pero sólo la saludaba y jamás volví a estar a su lado, el miedo estaba ahí, latente a pesar de que ya iba entendiendo lo que le sucedía y que ella no era culpable para nada por Dios, sólo víctima del desencadenante de su enfermedad; no me pregunten si se medicaba, no lo sé y la familia, ese tema no lo tocaba jamás y hoy en día tampoco, continúa siendo un silencio latente.

Realmente es una experiencia muy fuerte cuando un niño evidencia crisis así, con los avances científicos sé que ya no suele suceder la frecuencia de esos momentos tan fuertes y difíciles tanto para ellos, como para los familiares que tienen que estar muy alertas para protegerles. Por supuesto, desde mi óptica adulta, ya entiendo mucho de lo sucedido y de lo que conforma esa enfermedad, entiendo también que ninguna enfermedad limita o condiciona el derecho a una vida igual. Mi respeto a todas las personas con epilepsia.

 

Ese día aprendí del miedo es verdad, pero también aprendí y sin saberlo en ese entonces,  algo que a los años al hacerme madre lo traje desde el lejano recuerdo y es que a mis hijos no les pondría a nadie ajeno quien los cuidara. A veces y sin darnos cuenta, los padres exponemos a los niños a vivencias  que por su ingenuidad y ser indefensos les traen duras consecuencias… 


Hija del Sol

Julio, 2013

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Comentarios +

Comentarios7

  • claudia07

    una historia atrapante y triste pero son experiencias inolvidables , muy buen escrito y buena reflexion , abrazos

    • Hija del Sol

      Claudia sí, puede que atrape y cada experiencia es distinta cierto, lo importante de todo es que con la madurez y la sensibilidad del alma, se entienden y se superan las situaciones, también se aprende a vivir en la diferencia desde las propias limitaciones, porque todos las tenemos. Con el tiempo, un hecho así pasa a ser sólo una experiencia de vida superada, felizmente superada y, como siempre digo, de todo se saca un aprendizaje lo demás es el medio para aprender.

      Gracias amiga por tu participación hoy acá. Un abrazo.

    • Gloria Rivas

      Hiciste tu historia muy espeluznante para narrar la experiencia que tuviste por el ataque de epilepsia que le dio a una prima tuya, me parece que sigues siendo la niña de siempre o que no te has documentado bien sobre dicho mal, porque sufrir de él no es sinónimo de violencia, pues la epilepsia se manifiesta con convulsiones, el epiléptico no es un ser violento, sino una persona victima de una enfermedad crónica caracterizada por uno o varios trastornos neurológicos que deja una predisposición en el cerebro para generar convulsiones recurrentes, que suele dar lugar a consecuencias neurobiológicas, cognitivas y psicológicas (Busca en wikipedia para que te documentes y aprendas a tratar a un epileptico si te lo encuentras en pleno ataque)

      • Hija del Sol

        Gloria, gracias por tu intervención acá en mi espacio y mira que sí sé del tema, y bien claro lo dejo en mi relato, observa:


        “imagínense lo que para entonces con mi mente de niña yo aprendí, epilepsia = violencia = miedo. Con todo respeto a quienes padecen esa enfermedad, acá lo digo tal cual como una experiencia de vida desde una óptica de niña ”

        “desde mi óptica de niña era poco lo que podía entender y asimilar y, sobre todo entender que mi prima jamás quiso hacernos daño”

        “ya iba entendiendo lo que le sucedía y que ella no era culpable para nada por Dios, sólo víctima del desencadenante de su enfermedad”

        “Por supuesto, desde mi óptica adulta, ya entiendo mucho de lo sucedido y de lo que conforma esa enfermedad, entiendo también que ninguna enfermedad limita o condiciona el derecho a una vida igual. Mi respeto a todas las personas con epilepsia.”

        Tu intervención es muy oportuna para quienes tengan duda de cómo fue trabajado lo que actualmente presento, con la seriedad y el respeto que siempre me ha caracterizado.

        Saludos cordiales.

      • Tejedora de versos

        HERMOSO AMIGA..impacatante el miedo cuando somos niños nos congela pero yo como tu en ese caso hubiese echo lo mismo correr ahí si nos nace el dicho ese que dice paticas pa que te tengo ...pa correr..jamas dejaría a un ser querido en manos de un persona que no sepa bien su vida ,asi sea mi propia familia..

        bendiciones gusto en leerte paisa.

        • Hija del Sol

          ¡¡¡Amiga bella, qué lindo verte de vuelta por acá!!!

          Cuando se es niño, el miedo es un monstruo de mil cabezas, ciertamente y cada quien lo aprende bajo distintas experiencias...

          Gracias por tu participación, el cariño y apreciación a mis letras, abrazos...

        • ALVARO J. MARQUEZ

          Tu relato está hecho con respeto, tratas un tema ciertamente muy delicado pero desde una perspectiva absolutamente seria y respetuosa, no hay en tus letras nada que resulte hiriente u ofensivo. además, quien te lee tiene que darse cuenta de que narras algo que viste en tu época de infancia y nos das las impresiones que se atribuyen a dicha época. En ninguna parte de este relato hay una expresión tuya que implique un irrespeto al tema tratado. No es tu culpa en todo caso si alguien lo malinterpreta, eso escapa de tu responsabilidad. Buen relato, bien contado y repito, con un respeto absoluto. Un beso maestra.

          • Hija del Sol

            Gracias Álvaro, me honras con tu presencia acá y, ciertamente bajo la óptica de tu comentario he trabajado, me satisface mucho saber que tú también me has percibido tal cual.

            Un abrazo maestro.

          • VOZDETRUENO

            Quien lee bien, entiende bien.

            Nos has dejado un relato que hace notar que a un niño lo marcan las experiencias negativas y positivas para toda la vida, algunas tratables otras que quedan en la memoria solamente, pero las peores son aquellas que dejan traumas o fobias, aunque de adultos les encontremos lógica.

            Lo que no entiendo es el miedo de algunas mujeres a veces muy adultas. Hace poco, me tocó rescatar a una vecina, que salio casi desnuda del baño gritando histericamente, tanto que no podía explicarme que sucedía, entre a su casa para ver que sucedía y era un peligroso ratón que estuve a punto de devorarle, jajaja.

            Besos amiga.

            • Hija del Sol

              Completamente de acuerdo contigo amigo en la primera parte de tu comentario y gracias por también entender mi relato tal cual lo presenté y me conoces muy bien, siempre escribo desde el respeto que el lector se merece.

              En cuanto a lo que me cuentas de lo que le sucedió a tu vecina, me has hecho reír mucho jajajaja... me imaginé clariiiiiiiiito la escena, me has hecho reír... ¿sabes? yo casi me pongo así de austada cuando se me atraviesa una culebra y mira que me ha tocado agarrar varias, con demasiado miedo, pero lo he hecho, no me ha tocado de otra manera, pues he estado sola en casa cuando me han visitado ellas ufff...

              jajajajaj... me dejas sonriendo como siempre, un beso amigo y, feliz noche... más exquisita semana para ti.

              • VOZDETRUENO

                Lástima que estoy tan lejos, porque te cuento que soy el héroe de las vecinas, y conste que no les aviento ratones por la ventana, así que no puedes acusarme de las culebras, jajaja.

                Besos

                • Hija del Sol

                  jajajajjaja... jajajajja... la ventaja de estar sola cuando ellas se han dignado a visitarme es, que de esa manera he afrontado los miedos amigo, así que cerca o lejos igualiiiiiiiiiito para eso no te llamaría jajajajaj...

                  • VOZDETRUENO

                    Bueno, si en alguna otra cosa puedo ayudar, sólo diga, estoy ahí como rayo, digo como trueno. : )

                    Besos

                    • Hija del Sol

                      ¡Excelente! seguro que sí vecino.

                      Abrazos...

                    • grabra

                      Excelente y muy interesante reflexión lislis,como siempre un placer para mí la lectura de tus letras.Mi cálido abrazo para vos.

                      • Hija del Sol

                        Mil gracias Grabra, me complace verte de nuevo por acá amiga, sabes que me encanta contar con tu compañía.

                        Un abrazo para ti también y feliz semana...

                      • Khadija (Alyamar)

                        mi bella Lisss.. ufff me estremecí mmm ayy me adentré tanto que si da miedo... también no quisiera imaginar que pasaría si tuviera a la bebé... muchas veces por querer tratar a la gente enferma como si no lo estuviera, caemos en ese error... definitivamente como dices eran unos niños y no tenían porqué pasar eso... pero la vida es tan cruel en ocasiones que ese tiempo de enfermedades se calla para no lastimar y tratar de hacerles una vida normal... que fuerte experiencia mi bonita amiga...mmm pero así se aprende en la vida ... esa es la escuela... un placer leerte.... se le quiere!!!

                        Apretujaditos y apapachadores!!!

                        • Hija del Sol

                          Ciertamente amiga bella, experiencias de la vida, la mejor escuela que tenemos. Mil gracias por pasearte de nuevo por mis letras y llevarte algo de ellas.

                          Un abrazo inmenso y feliz de verte siempre por aquí.



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