He robado una luna,
blanca y redonda,
y la puse bajo tu almohada,
donde repose mientras duermas
He formado nuevas estrellas con tu risa.
Mariana,
hay un lucero en tu pecho virginal.
Las ascuas del invierno me producen miedo;
miedo de perderte,
miedo de no volver a soñarte.
Tu sin fin de nombres
tatuados en mi piel cual epitafios eternos.
Elixir de caos es
tu boca en mi paladar;
somos movimiento,
como ciclón de mar
Mariana, mi niña
Mariana, doncella frutal.
Tus labios son fresas listas para devorar.
Tu corazón es campana nupcial
que sucumbió mi antigua oscuridad.
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Autor:
Fernando Uribe (
Offline)
- Publicado: 14 de julio de 2013 a las 01:22
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 99
- Usuarios favoritos de este poema: Jessica Badillo
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