Yo no olvido a mi maestra
de aquel tiempo en mi niñez
que con firme y gran paciencia
me enseñó el libro a leer.
En los días de mi infancia
con su voz de gran mujer
daba premios y confianza
en el acto de aprender.
Eran claras sus palabras
como lana de tejer
con palillos de aventuras
y texturas del saber.
Señorita le decía
a esta noble y gran mujer
que Mercedes era el nombre
en mi Escuela del ayer.
Y mis letras eran gruesas
y arrugadas en papel
con la goma y los borrones
yo sentí de su querer.
Un disléxico yo fui
con mis letras al revés
con paciencia yo sentí
me trató doña Merced.
Yo no olvido a mi maestra
donde quiera que ella esté
en la tierra o en el cielo
ella es una gran mujer.
E.D.A
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Autor:
Enrique Dintrans A. (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 16 de julio de 2013 a las 23:49
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 55
Offline)
Comentarios1
oiga maestro, no se qué decirle, se nota la madurez, tanto que no es que no me sorprenda la sencillez de sus versos, lo que más me sorprende es la musicalidad que hace con sus dedos...
Gracias Alex, por el comentario. Guardo ese recuerdo de mi maestra, que se fijó en mi dislexia y realmente esa acción fue muy importante para mi formación.
Saludos
* La musicalidad viene un poco con la rima y la configuración de cada verso.
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