Un beso tuyo, niña mía, en los labios, en la mejilla o en la sien, aunque a distancia, aleja de mi avejentado cuerpo la tristeza más grande que me embargue, la dolencia más fuerte que me aqueje y la necesidad de amor que me acongoje.
Una sonrisa tuya, niña mía, presencial o virtual, me hace sentir, en cada porción de mi cansado cuerpo, el poder prodigioso del amor, capaz de vencer una tormenta, un huracán e insuflarle vida a una piedra.
El roce de tus delicadas manos, por mi frente, niña mía, cuando el fuego de la fiebre me hace delirar y el dolor de mi encanecida cabeza me atormenta y me hace sufrir a niveles insoportables, opera el prodigio de la sanidad.
Tu mimosidad, niña mía, cuando mi inspiración se amotina y no quiere derramar sobre el papel blanco cual mi mente las palabras perfectas que les proporcionen vida al poema, al cuento o a la epístola, vencen los obstáculos que los mantienen prisioneros y emanan prodigiosos textos a caudales.
¡Prodigiosa niña primaveral que iluminas mi ocaso!
- Autor: rodulfogonzalez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de julio de 2013 a las 08:48
- Categoría: Amor
- Lecturas: 16
Comentarios3
Y como no iluminar... Excelente como siempre hermano, un gusto leer.
Saludos fraternos, que tengas una feliz jornada.
Gracias, amigo.
ES FLOR DE PRIMAVERA... AROMANDO EL OTOÑO DE TUS DÍAS
BONITO DÍA
ABRAZOS DTB
Eres un ángel primoroso, amiga. Un abrazote
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