Tengo sed, de mi propia sangre nauseabunda.
La noche aplasta mis remordimientos
y las rabiosas palabras
que destrozan tu yugular de angel caido.
No existirá para mañana
mi canto,
mi grito, mi aullido silente,
solo el polvo dorado de mis lagrimas.
En un rincon escribo una plegaria,
piel por piel, rezo en silencio.
Hay un gran vacio que devora mi lucidez,
como un viejo mar de amarga trementina.
Me niego a morir en estas horas postreras,
de esta noche infinita.
Tengo sed de este silencio
que taladra mis oidos
con sus alas invisibles de crisálida.
Aluviones de espuma y llagas encendidas
recorren los muelles de basalto.
Obscuros vagones en feroz estampida
estampan su rabia en el ocaso...
by mRSyster
- Autor: mRSyster (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de julio de 2013 a las 15:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 162
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.