¡Cuánto me duele despertar mi vida!
¡Cuán doloroso es otra vez caer!
Todo entregarlo y volver a perder,
Sólo quedarme con letal herida.
Ver como el vuelo se tornó caída,
Y como en llanto, se tornó el placer;
Ay cuánto duele al final comprender:
Que el laberinto no tiene salida.
No habrá reproches para la fortuna,
No habrá más quejas ni habrá más rencor,
Qué es nuestra muerte, mi lánguida luna,
Sombra que queda al cesar el color.
Si yo la amé como jamás a alguna,
Es justa pena morir por su amor.
- Autor: Raúl Gonzaga (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de agosto de 2013 a las 08:47
- Comentario del autor sobre el poema: Soneto dedicado a un amor que se ha perdido y ha dejado mucho dolor...
- Categoría: Triste
- Lecturas: 34
Comentarios1
El final de un amor -más bien de la atracción-, el final de una aventura, el querer arrancarse las ropas y los cabellos, embriagarse sin límite, es preferible a vivir en un engaño, en una mentira; aunque duela, preferible es la verdad: nunca ames por lastima, es indigno ese proceder; menos aún aceptes ser aceptado tan sólo por que no te enfermes o te pongas mal: debemos afrontar que el amor tiene su ciclo y que, cuando llega a su fin, es por que llegó a su fin y nada más: entre más alargues la agonía, más te quitas otra oportunidad para ser feliz...
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