Sudando la frente

En un restorán cantonés, se acercó el camarero y le ofreció-¿Qué va a servirse?--No gracias, aún espero a alguien.-.Por la ventana, vio gente que pasaba abrigada, con la ropa al cuello y gorros. Y ella estaba que volaba de calor, no precisamente, porque el lugar estuviera calefaccionado, en extremo, sino porque las manecillas del reloj seguían girando y él no se anunciaba, ni su retraso, ni nada.¿Sería que habría olvidado de la cita?¿Cómo podría ser? Si habían hablado hacía un rato, confirmando el encuentro. En las cavilaciones estaba, cada vez, más furiosa.Cuando dos mesas al costado, un señor, que también estaba, con cara de que lo habían dejado plantado como a una batata...Ahora, este se había pedido un martini y no quería mostrarse preocupado, pero le sudaba la frente.Ella que no quería beber ni un vaso de agua.Se dirige al sanitario y cuando pasa, lanza una mirada furtiva, como estamos los dos solos y no nos merecemos esto.El se acomoda los anteojos y la invita a que se siente en su mesa. Para ese entonces, ella revierte la ira en risa.Por lo rídiculo de la situación.Estaba totalmente preparada, para su cita amorosa, que había ansiado con tanta devoción y parsimonia.Así estaba hablando con el sujeto, que si bien no tenía una conversación atractiva, reparó que hablaba con sus manos y tenía unos ojos muy expresivos.Le dijo-¿Me acompañas, que quieres beber?-Lo mismo que tú, está bien-En la plática, sin que se dieran cuenta, casi era la hora del cierre, se confesaron, mutuamente, que su pareja, había respondido de la misma forma, tan indolente, sin previo aviso, nada. El ya llevaba meses, pero no era la primera vez que ella le hacía eso, era una mujer casada.Pero en el caso de ella, no tenía excusas. Así que súbitamente, se levantó y le dijo, me gustaría mucho que me acompañaras a mi casa.