Estaba ella, sentada en el carro, mirando por el retrovisor,
parecía que no pensaba en nada,
pero su mente estaba llena de cosas que le atormentaban.
Excepto por una;
Ella iba mirando sus ojos en el diminuto espejo,
sus ojos, que eran casi tan profundos como oscuros,
y en ellos podía ver que era bella.
¡Era muy bella!
Las luces de la ciudad le daban un brillo especial a sus ojos;
su cabello, extrañamente, estaba peinado;
sus labios estaban de un rojo vivo, tan vivo, como el amor que sentía;
sus facciones, las veía perfectas, como de una chica de revista.
Hasta el color de su piel, contra el cual tanto había luchado,
estaba hermoso esa noche.
Esa noche, que no tenía motivos para ser especial,
excepto que ella, por fin, se veía a sí misma: bella.
- Autor: Laura Velásquez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de agosto de 2013 a las 23:19
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 100
- Usuarios favoritos de este poema: Laura Velásquez
Comentarios1
SEGURAMENTE ERAS TÚ QUIEN MIRABA POR EL RETROVISOR...
" por fin, se veía a sí misma, bella. "
BONITA HISTORIA.
ABRAZOS.
Me sorprenden las deducciones que puede llegar a hacer la gente, comprendiste totalmente el sentido de la historia 🙂 Gracias, abrazos.
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