Éramos jóvenes, aventureros
empezamos así nuestra historia,
con el sentimiento y el deseo,
dos cuerpos ardientes que se fundían cada noche el uno en el otro,
felices e inocentes, despreocupados por un mañana que nos traería la distancia,
la despedida y con ella el despropósito de no querer recordar o recordar demasiado.
A ti el tiempo te dio la una oportunidad y la sensatez te la quito
y yo en la ignorancia de la lejanía ni tan solo lo pude sospechar,
y pasaron los años….. las vidas…..
Vendito destino que hoy juega con nosotros
y cruelmente nos abandona a un océano de sensaciones.
En nuestra soledad….. ..nos recordamos,
la piel se eriza y el cuerpo se estremece,
alimentando el deseo ferviente de volver a encontrarnos,
con la premeditación de crear intimidad
y una disposición que creíamos perdida.
Con la inocencia de un quinceañero y la timidez de una niña,
en un momento casi pueril, las miradas se reencuentran
y en un último intento ya estéril de autocontrol
los labios se encuentran, las manos se acarician,
y los recuerdos golpean violentamente en nuestras mentes
escapando así de su letargo.
Los cuerpos se reconocen al fin,
se suspiran, se desean, en la ternura de una caricia,
en la humedad de un beso,
recordamos la juventud, la aventura
y sin éxito intentamos una vez mas darle fuerza a la razón,
poner conocimiento al deseo,
pero nuestros cuerpos se gritan y nuestras almas…….
nuestras almas se abandonan………
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