Estoy en un bar
contemplando un mar de gente,
¡alguien que me dé esperanzas!
Hambreando amorfas ilusiones,
un ángel ha bajado del cielo,
pero no es el mío.
Revuelvo mi café contemplando
y el humo de un cigarrillo se alza
como pidiendo tiempos,
espacios para elevarse.
Hay también un viejo cuadro de gente lejana,
un fulgor de oscuridades vanas
que en los rincones destaca
Cada parroquiano
es un rostro de tierra nuestra,
con penas nuestras,
con alegrías nuestras.
Cada rostro está elevado
a una inmensidad aletargada,
promiscuamente aceptada,
procazmente disipada.
Hay un lenguaje común entre todos,
es un grito de certidumbre,
un desahogo de cadenas
que atan historias casi indiferentes…
emociones viejas.
En mi mano la cucharita se mueve
como marejada en el tiempo,
dentro del café se mueve
Y el mar de gente se aleja,
y otras olas regresan
o esperan…
Yo espero
no sé qué espero, pero espero
Mientras el humo aquel
sigue abriendo caminos,
mientras el cuadro sigue allí
con sus personajes mirándome
no sé si estoy o no estoy.
No sé si vivo, aunque vivo
en este submundo marino que distingo.
CARLOS A. BADARACCO
26/12/12
(DERECHOS RESERVADOS)
- Autor: CARLOS ALBERTO BADARACCO ( Offline)
- Publicado: 26 de agosto de 2013 a las 12:10
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 108
- Usuarios favoritos de este poema: Alejandro O. de Leon Soto, matteo, El Hombre de la Rosa, claudia07
Comentarios2
La buena poesía adorna con su luz la belleza pura de tu gran poema estimado poeta y amigo Carlos Alberto Badaracco
Saludos de afecto y amistad
Críspulo
muy bueno amigo , un gusto verlo de nuevo , abrazos
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