Eras la muerte sin paz ni luz;
una lumbre tenue, pero con vida;
eras, en silencio, una faz dormida
esperando ser clavada en una cruz.
Eras raíz del árbol de la senectud
tan honda que hasta la muerte pedía;
eras un arroyo seco de alegría
apagado como ahora tu ataúd.
... Dejaste inherte lo que en paz dormía
y te fuiste del mundo en la cama fría,
que Ella tardó mucho tiempo en recogerte.
Aquí queda mi madre que te llora todavía,
una esposa que no supo bien qué quería
y quien realmente tuvo miedo: la muerte.
-Víctor Aciago-
- Autor: Esperpento ( Offline)
- Publicado: 27 de agosto de 2013 a las 13:22
- Comentario del autor sobre el poema: Va dedicado, como supondrán, a mi abuelo. Lo volví a subir.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 73
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
La sensitiva genialidad del Bate se mezcla con los preciosos versos de tu poema amigo Victor Aciago
Saludos de afecto y amistad
Críspulo desde Torrelavega
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