Con suavidad azul de brisa amable
acechaba la noche nuestro idilio,
su débil luz hendiendo los cristales
en cálida y liviana despedida.
Esa luz sugerente y enervante
acariciaba con arteros dedos
nuestros desnudos cuerpos anhelantes
que ávidos nuestros ojos devoraban.
Tendidos sobre el lecho confidente
de mil secretos de pasión guardados,
el abrazo brotó impetuosamente
y la noche trocóse en resplandores.
Nuestras manos, gacelas incansables,
exploraban carnales extensiones
transmutadas en focos irradiantes
de estremecidas ondas de delirio.
Tépalo de magnolia era tu piel
ardiente por un sol de primavera...
Ígneas colinas de tierna altivez
se agitaban tus senos en mis labios...
Y en el seísmo del febril embate
sobre mi cuerpo se erigió tu cuerpo
-estatua de carne trepidante-,
compenetrados ya en férrea amalgama.
Cual etérea valkiria cabalgabas
en cósmico galope a tu Valhalla
mientras en estertores yo vibraba
yacente en universos palpitantes.
Se perdió voluptuosa en nuestras mentes
toda noción de tiempos y de espacios.
Sólo gloriosos hálitos vehementes
batían los silencios circundantes.
Más y más se tensaban nuestros nervios.
Más y más se crispaban los sentidos.
Más y más acrecía aquel incendio
que abrasaba dos seres sublimados.
Y así logramos que, con la alborada,
se rasgaran los velos siderales
y que estallara aquí, ¡en nuestras entrañas!,
una eclosión de fúlgidas galaxias.
- Autor: Alberto Moll (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 28 de agosto de 2013 a las 13:05
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 89
Comentarios1
Los nervios del momento, la felicidad de sentir el ser amado. Hermoso poema.
Saludos¡¡
Gracias por tu elogio.
Saludos.
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