Vivía en la costa del ártico
un simpático osito polar
que por ser muy perezoso
le resultaba muy costoso nadar.
Al contrario de los otros osos
tenia en vez del hocico negro
en la nariz una luz colorada
que siempre lo delataba.
La mamá osa era muy meticulosa
y le cubría las manos
y las patas con piel de foca
para poderlas abrigar.
Es de recordar...
que en esas gélidas regiones
no se sabia
que gato con guantes no caza ratones.
Y la osa...
lo terminaba de acicalar
limando sus uñas
con piedra pómez del mar.
Por mimado, por perezoso
y por la luz colorada
en la nariz que lo delataba
cazar le resultaba dificultoso.
Y aunque perezoso pero buen mozo
no podia obtener el amor
de una osita blanca y muy coqueta
que se paseaba en una bicicleta
adornada con caracoles de colores
y con un pescadito de cola violeta.
Estaba flaco y debilitado
porque la mamá osa ya no cazaba
y no teniendo allí hamburguesas
...como de nadar ya no se acordaba
y porque era perezoso
no comia si no pescaba
este bonito oso.
Tenia el osito de vecino
a un esquimal chiquitito
y muy decidido
que se hizo su amigo.
El pequeño habitante del Ártico
de mirar muy vivo
le contó al oso perezoso
que también el tenia
un penar amoroso.
Vivía en un igloo de caracoles
este esquimal vivo y chiquito.
Un pez espada era su arpón.
El trineo estaba hecho
de helado de limón
y lo tiraban pulpos bailarines
con los tentáculos de calcetines.
Había una esquimal pequeñita
y muy orgullosa
le contó a su amigo el oso
con palabra y alma ansiosa.
Asimismo le prometió ayudarlo
para que pudiera obtener
una rica pesca deliciosa.
Muy comedido invito
a su nuevo amigo a cenar
con mantel de mantarrayas
en esa larga noche polar
una cazuela de mariscos
muy grata al paladar.
Los delfines del mar
amigos del esquimal
le enseñaron al oso a nadar
y asimismo
aprendió muy feliz a pescar.
Y como todo mal de amores
alguna vez termina en esta vida
se formaron dos romances
el uno de osos y el otro de esquimales
que fueron noticia en todos los mares.
Fue el oso el anfitrión
y se comieron en esa boda...ostras
camarones y huevos de esturión.
Y un pirata les trajo un tonel de ron
para aquella importante ocasión.
Y agasajaron a las dos parejitas
las mas bellas sirenitas.
En el igloo bailaron hasta muy tarde
los pequeños esquimales
y el oso y la osa
a la luz
de una anguila luminosa.
Colorin...colorado...
mucha tibieza se dieron
en ese polo tan helado.
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juan maria
- Autor: juan maria ( Offline)
- Publicado: 2 de septiembre de 2013 a las 07:05
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 770
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
La belleza de tus geniales versos deleita al poeta amigo Juan María
Saludos de afecto y amistad
Críspulo
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