La gente se apiñaba en la plaza;
padre, madre y comulgante
entraron por delante,
con el estruendo de las campanas.
En la iglesia entraron todos:
niñas de blanca vestimenta
y niños de marina chaqueta,
caminando unos tras otros.
Al fondo aguardaba el cura,
rodeado de padres expectantes
que habían acudido elegantes
a ver cómo sus hijos comulgan.
Hora y media duró la misa,
entre charlas sabias y lecturas
que alaban a Dios en las alturas,
mas allí hubo llanto y hubo risa.
El acto finalizó aplaudido,
entre abrazos y besos
y fotos de cerca y de lejos,
aunque la gente temblaba de frío.
Con las tripas ya rotas,
se marcharon con hambre
cada cual a su restaurante
a ponerse bien las botas.
Despachamos un menú riquísimo.
Éramos veintiuno:
catorce adultos
y siete niños monísimos.
La fiesta llegó al final,
con la música a tope,
el Gagnam Style a galope
y unas copitas de más.
Entre bailes se movían,
pocos quedaban cuerdos
pero allí quedó el recuerdo
de la comunión de Iván.
El sabor de una gran fiesta,
y la huella de una familia,
algo más que un feliz día
que acabó en una gran siesta.
J.M. García
www.josephmercier.es
Todos los derechos reservados
- Autor: Joseph Mercier García ( Offline)
- Publicado: 4 de septiembre de 2013 a las 05:59
- Comentario del autor sobre el poema: Poesía dedicada a este gran acontecimiento familiar tan cotidiano en nuestras vidas...
- Categoría: Familia
- Lecturas: 46
- Usuarios favoritos de este poema: Joseph Mercier García
Comentarios3
Joseph. Interesante tu historia, rimas y argumento perfecto. me gusta la expresión de "La huella de una familia" en nuestra sociedad la familia debe ser prioridad.
un abrazo amigo.
Felicidades por la comunión amigo
Bello poema
Saludos de afecto y amistad
Críspulo
Las costumbres, marcan siempre la forma de vivir de un país.
Otra cosa es que estemos de acuerdo con nuestras costumbres...Saludos y feliz día de primera comunión.
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